domingo, 29 de diciembre de 2013

Si preguntan por mí

Si preguntan por mí...
diles que salí a cobrar la vieja deuda
que no pude esperar que a la vida
se le diera la gana de llegar
a mi puerta.
Diles que salí definitivamente
a dar la cara sin pinturas
y sin trajes el cuerpo.
Si preguntan por mí...
diles que apagué el fuego,
dejé la olla limpia y desnuda la cama,
me cansé de esperar la esperanza
y fui a buscarla.
Diles que no me llamen...
Quité el disco que entretenía en boleros
el beso y el abrazo
la copa estrellé contra el espejo
porque necesitaba convertir
el vino en sangre
ya que jamás se dio el milagro
de convertirse el agua en vino.
Si preguntan por mí...
diles que salí a cobrar la deuda
que tenían conmigo el amor,
el fuego, el pan, la sábana y el vino,
que eché llave a la puerta
y no regreso.

¡Definitivamente diles
que me mudé de casa!


Beatríz Zuluaga
Si preguntan por mí, Antología (2010)

sábado, 28 de diciembre de 2013

Nota sobre "Te doy una canción"


Te doy una canción

Por: Marta Valdés
Marzo, 1980

Publicado en la revista Cuba Internacional


Te doy una canción cumple exactamente una década en estos momentos. Fue compuesta –según nos dice su autor— en febrero o marzo de 1970. Es posiblemente, de entre sus canciones, una de las más difundidas y solicitadas en todas partes. Ha sido grabada en el primer LP de Silvio Rodríguez en Cuba y aparece en sus grabaciones internacionales. Aparte de su autor, la primer intérprete que la popularizó fue la cantante Elena Burke. En la actualidad, su título es el del programa de televisión que semanalmente presenta en Cuba el Movimiento de la Nueva Trova.

No es raro que en tan poco tiempo se haya ganado la preferencia del público. Es posible que ninguna otra canción comenzara así: cómo gasto papeles recordándote, y era necesario que existiera, porque ¿quién no ha tenido necesidad de decir alguna vez esas palabras? Comenzamos dejándonos atraer por el tono íntimo de las tres primeras frases y si quisiéramos escucharla fríamente nos sería difícil, pues ella encierra el arte de llevarnos como sin querer a un crescendo emocional que va más allá de su última palabra. Es una canción que se queda viva en el aire después que terminamos de escucharla, porque no fue fabricada para el comercio, sino sentida. Es una canción de amor y a la vez de combate, es la elocuencia del amor interrumpido a veces y a veces impulsado por la necesidad de la acción, y viceversa.

Silvio Rodríguez comenzó a dar a conocer sus canciones a finales de la década del sesenta. Las primeras nacieron de noche, con una vieja guitarra que adquirió cuando ingresó en el servicio militar. Allí, aprendiendo este y aquel acorde de un compañero de batallón, aislándose bajo una mata cualquiera y tal vez apagando el sonido de la madrugada para no ser descubierto, comenzó a soltar sus ideas, desató los impulsos de su extraordinaria mano derecha y encauzó una de las corrientes más vitales de nuestra canción popular, continuando la tradición de Sindo Garay y tantos otros. Silvio establecía así las bases de lo que luego llamaríamos la Nueva Trova. El primer impacto que produjo con La era está pariendo un corazón (1968) fue decisivo. Su libertad expresiva, su originalidad, se manifestaron desde un principio; luego su obra creció, se desarrolló y ha madurado como para augurar perspectivas todavía más prometedoras. Silvio siempre fue Silvio, y cada vez que nos dice: te doy una canción, sabe por qué lo está diciendo.


Cómo gasto papeles recordándote,
cómo me haces hablar en el silencio,
cómo no te me quitas de las ganas
aunque nadie me ve nunca contigo.
Y cómo pasa el tiempo
que, de pronto, son años
sin pasar tú por mí,
detenida.

Te doy una canción si abro una puerta
y de la sombra sales tú.
Te doy una canción de madrugada,
cuando más quiero tu luz.
Te doy una canción cuando apareces
el misterio del amor,
y si no lo apareces no me importa:
yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera, me detengo:
la ciudad se derrumba y yo cantando.
La gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.
Creen que lo digo todo,
que me juego la vida,
porque no te conocen
ni te sienten.

Te doy una canción y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar,
te doy una canción con mis dos manos,
con las mismas de matar.
Te doy una canción y digo patria
y sigo hablando para ti.
Te doy una canción como un disparo
como un libro, una palabra,
una guerrilla,
como doy el amor.

martes, 24 de diciembre de 2013

jueves, 19 de diciembre de 2013

Pequeñas lecciones de erotismo


Desnudo tumbado, Gustav Klimt 


I
Recorrer un cuerpo en su extensión de vela
es dar la vuelta al mundo
atravesar sin brújula la rosa de los vientos
islas golfos penínsulas diques de aguas embravecidas
no es tarea fácil  -sí placentera-
no creas hacerlo en un día o noche
de sábanas explayadas.
Hay secretos en los poros para llenar muchas lunas.


II
El cuerpo es carta astral en lenguaje cifrado.
Encuentras un astro y quizá deberás empezar
a corregir el rumbo cuando nube huracán
o aullido profundo
te pongan estremecimientos.
Cuenco de la mano que no sospechaste


III
Repasa muchas veces una extensión
encuentra el lago de los nenúfares
acaricia con tu ancla el centro del lirio
sumérgete ahógate distiéndete
no te niegues el olor la sal el azúcar
los vientos profundos
cúmulos nimbus de los pulmones
niebla en el cerebro
temblor de las piernas
maremoto adormecido de los besos.


IV
Instálate en el humus sin miedo
al desgaste sin prisa
no quieras alcanzar la cima
retrasa la puerta del paraíso
acuna tu ángel caído
revuélvele la espesa cabellera
con la espada de fuego usurpada.
Muerde la manzana.


V
Huele
duele
intercambia miradas saliva impregnante
da vueltas imprime sollozos piel que se escurre
pie hallazgo al final de la pierna
persíguelo busca secreto del paso forma del talón
arco del andar bahías formando arqueado caminar.
Gústalos.


VI
Escucha caracola del oído
cómo gime la humedad
lóbulo que se acerca al labio sonido de la respiración
poros que se alzan formando diminutas montañas
sensación estremecida de piel insurrecta al tacto
suave puente nuca desciende al mar pecho
marea del corazón susúrrale
encuentra la gruta del agua.


VII
Traspasa la tierra del fuego la buena esperanza
navega loco en la juntura de los océanos
cruza las algas ármate de corales ulula gime
emerge con la rama de olivo
llora socavando ternuras ocultas
desnuda miradas de asombro
despeña el sextante desde lo alto de la pestaña
arquea las cejas abre ventanas de la nariz.


VIII
Aspira suspira
muérete un poco
dulce lentamente muérete
agoniza contra la pupila extiende el goce
dobla el mástil hincha las velas
navega dobla hacia Venus
estrella de la mañana
-el mar como un vasto cristal azogado-.
Duérmete náufrago.



Gioconda Belli
De la costilla de Eva (1987)

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una cierta nostalgia (*)


Contemplado
 Miguel Ángel Ruiz Matute. Óleo sobre lienzo, 15x15.5 pulgs.



A Ventura Ramos, mi padre,
con nostalgia.


Todo está oscuro. Todo. Creo que hasta la oscuridad que rodea a un ciego es menor que esta. Un ciego percibe los cambios de luz a través de los párpados cerrados. Yo no. Aquí lo negro es insondable. Un ciego siente la diferencia entre el día y la noche porque percibe el frío y el calor en su piel. Aquí solo hay una quietud, un vacío tan hondo que he perdido mis propios límites.
Al principio estiraba las manos y buscaba a mi alrededor. Pero pronto me convencí de que podía moverme, estirarme y aun caminar, pero siempre en el mismo sitio. Digo “pronto” por decir algo, pero en realidad el tiempo se ha detenido en el aire como una bola de cristal rota.
No sé cuánto tiempo hace que he perdido la nostalgia. Cuando aún la tenía, la gran ventaja de la oscuridad absoluta era que no necesitaba cerrar los ojos para devolver, no solo a mi memoria, sino también a mi cuerpo, las sensaciones de lo que fui.


Por instantes me atormenta la calidez de la piel de una mujer que me rodea con sus suaves piernas y me atrae hacia el centro de una vorágine roja como un incendio. Pero cuando estoy en la misma orilla del placer, el olor de la pólvora me sacude de pronto como un latigazo y tengo la sensación de una quemadura en el pecho, un agujero cuyos bordes se van agrandando cada vez más.

Fugazmente me asalta la idea del viento soplándome en la cara y de cierta humedad en el rostro. Por momentos me parece que el vacío toma la forma del casco de un barco. El viento sigue soplando en mi cara y escucho el rumor de las velas que se hinchan. Sí, puedo tocar mi rostro, llevarme el dedo a los labios y sentir el sabor de la sal. Solo que no podría asegurar si esta humedad es la del mar o es una lágrima.

Ahora, mis piernas se arquean para aprisionar una superficie dura y escucho el resollar de una bestia bajo mi cuerpo. Bajo mis manos se tensan sus músculos y el sudor apelmaza sus crines. La sangre cae espesa y roja, mojándome la pierna del pantalón. Un olor acre a sudor de caballos y de hombres flota a mi alrededor.

De pronto, un tintinear de vajilla fina, susurro de holanes, risas, las notas de un piano que bajan por una escalera de caracol. Luego, brillo de espuelas al ras de un piso de baldosas, pies femeninos que se asoman bajo las faldas. Caderas anchas, cinturas finas, escotes y cabellos sedosos que podría tocar, pero no intento hacerlo para que no vuelva la oscuridad.

Ahora escucho graves voces masculinas y percibo el engolamiento de sus frases, aunque no las entiendo. El leve rasgar de las plumas sobre el papel resuena en mis oídos como una tormenta. Escucho el metal hueco de las medallas que caen al suelo y tintinean con eco de monedas falsas.


De nuevo la oscuridad y el silencio. Creo que he perdido la capacidad de recordar. Ahora mismo estoy hablando de sensaciones, pero solo tengo palabras vacías que no despiertan en mí ninguna visión. No sé si es lo mejor. No siento dolor, no sufro de hambre, no me agobia el sueño. Tampoco percibo el paso del tiempo. Lo único que mantengo intacta es la capacidad de pensar, aunque, repito, no puedo asociar las ideas con sensaciones corporales.
Todo lo que digo es como si se refiriera a otra persona, a alguien que yo fui, tal vez, en otro tiempo. Ni siquiera puedo recordarme físicamente. Me gustaría saber si fui alto o bajo, grueso o delgado, blanco o indio. No me gustaría morirme sin tener la imagen de mí mismo, sin poder ver mis manos y escuchar mi voz.
Se me podría preguntar por qué, después de todo, creo que no estoy muerto. Es difícil responder, pero tengo la sensación, si puedo llamarla así, o más bien el reflejo, de que hay personas que me buscan. Y nadie busca a los muertos. Se les quiere, se les recuerda, pero no se les busca. Solo se busca a los vivos.
Me siento cansado, terriblemente cansado, como si mi cerebro se hubiese visto obligado todo el tiempo a pensar, a tomar decisiones difíciles. Seguramente hubo a mi alrededor muchas personas. Debo haber tenido mujer, hijos, amigos y también enemigos entre todos esos seres que pasan flotando sin rostro. Pero es todo tan incierto. Todo mi pasado, o todo yo, mejor dicho, se reduce a las palabras y a sombras que se alejan, cada vez más distantes. A veces me parece que estoy a punto de confundirme con la nada que me rodea. ¿O será que el agujero negro que me carcomía el pecho terminó por devorarme el corazón?

Creo que lo que me da la seguridad de no estar muerto es el eco de una esperanza. He sabido que cuando a alguien le amputan una mano conserva la facultad de sentir dolor o escozor en ella, como si la mano estuviera allí. De esta misma forma, seguramente, es que mantengo una sombra de esperanza, la de que aquellos que me buscan terminarán por encontrarme en la oscuridad.
De vez en cuando, fantasmas de sonidos atraviesan las tinieblas y pasan a mi lado. "Escucho", porque en realidad los sonidos pasan por mi lado sin fijarse en mi mente, palabras pronunciadas en alta voz, como si se tratara de discursos. Y me parece que se dirigen a ese ser que yo fui, aunque no podría decir en qué me fundamento para albergar esa creencia.
Tengo que confesar, sin embargo, que me estremezco como si estuviera a punto de recuperar la debilidad de mi carne y de mis huesos cuando percibo un rumor sobre mi cabeza, una ola lejana que crece hasta convertirse en una marejada. Si estuviera muerto, diría que decenas, centenares, miles, millones de pies descalzos están pasando sobre mi tumba. Ni siquiera novecientos cañones pueden pesar tanto como esta tropa hambrienta y desamparada. Casi quisiera estar muerto para que con el roce de sus pies horadaran la tierra y abrieran una hendidura por donde entrara el sol.
Pero no estoy muerto, y estas imágenes que flotan a mi alrededor son los fantasmas del pasado, empujándome hacia un mundo tan desconocido como anhelado para mí. No sé hacia dónde voy, pero solo se trata de volver atrás, de borrar los bordes del agujero que me perfora el pecho, de abrirme paso en las tinieblas y salir a flote, hacia la orilla lejana de los que me están buscando, de volver a ser yo mismo, solo un hombre

¿o un hombre solo?

Mientras llega ese momento, sigo recorriendo estas palabras, vacías, estériles, incapaces para hacerme vivir, pero suficientes para no dejarme morir en las tinieblas.



 María Eugenia Ramos
 de Una cierta nostalgia (2000, primera edición). 


(*) Este relato obtuvo el primer premio de cuento en el certamen literario "Bicentenario de Francisco Morazán" 
de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, 1993.

viernes, 29 de noviembre de 2013

La poesía de Pizarnik y Vallejo




por Alicia Amelia Villarreal Brictson

Suele ser difícil expresar lo que leer poesía hace sentir a la mayoría de la personas, cada verso, cada estrofa propician miles de sensaciones, que juntas se conjugan y se conjuntan abriendo la puerta a sentimientos inexplicables.

La poesía como subgénero de la lírica, constituye en sí, una de las formas más antiguas del arte. Los griegos, dieron nombre a la poesía a partir del término crear, tal vez porque la poesía no implica un relato o una historia que contar, sino que requiere de infinidad de combinaciones estéticas del lenguaje para lograr su objetivo.

La poesía como medio de expresión humana, ha crecido; ha evolucionado junto con el hombre mismo. La estructura poética pasó de ser reglamentada, rígida y elitista a convertirse en libre y accesible, heredando en cada período histórico, ecos de proyección humana que rompieron paradigmas y dieron cabida a nuevos vientos de creación.

La poesía moderna, especialmente la contemporánea, ha adoptado el verso libre y la versificación como algunas de sus formas más queridas, las nuevas temáticas relacionadas no solo con el amor, sino también con el sentir y el quehacer social, con la filosofía y la metafísica, han allanado nuevas vertientes llenas de imágenes surrealistas, y de vida diaria.


Para saber de poesía, no hay como leer poesía; degustarla, masticarla y tragarla, entenderla, conocerla y apreciarla. En este trabajo se pretende, analizar de forma lingüística y semiológica las poesías En esta noche en este mundo de Alejandra Pizarnik y XLVI en Trilce de Cesar Vallejo y de esta manera proponer una lectura coherente y comprensiva de cada uno de estos poemas.

Es de vital importancia para analizar, defragmentar, descomponer para conocer, para comprender, para explicar, Zaid (1987) cree que la lectura poética, es “una lectura que puede empezar por cualquier lugar, por el principio, por el medio y por el fin” (214), sin embargo el análisis solo empieza cuando se tiene la poesía delante, cuando se ha iniciado su lectura desde todas las formas posibles.

Frente a las poesías de Pizarnik y de Vallejo, la primera opción, es Vallejo y la numérica denominación de su poema, XVIL en Trilce. XVIL, el nombre se asemeja a los poemas de Neruda, 12, 15, 20… y es imposible dejar de pensar que el nombre no es tan importante para el autor.

Saber quien es Vallejo es preponderante, conocer sus derroteros, su carta de vida, sus sueños y angustias. Alegría (1994) quien conoció a Vallejo desde su infancia, se refiere a él como un hombre del que fluía la tristeza “nunca he visto un hombre que pareciera más triste. Su dolor era a la vez una secreta y ostensible condición, que terminó por contagiárseme.

Cierta extraña e inexplicable pena me sobrecogió”, comentaba que en Vallejo se observaban largos silencios y angustia permanente y callada, tal vez porque Vallejo como dice su biografía, nació en un pueblo andino del Perú donde reinaban las inclemencias de la naturaleza y las sociales, tal vez porque sus primeras experiencias educativas en el sacerdocio, bajo la moral cristiana de sus dos abuelos a la que más tarde renunció, le proporcionaron una visión de la severidad y la intolerancia o bien, su experiencia compartida con un círculo elitista entre el marxismo y su crisis económica, que lo alejaban de la gente y lo mantenían ajeno a sus propias emociones, quien sabe porqué, pero quienes lo conocieron a lo largo de su vida lo describen siempre así.

“Vallejo nace cuando cierta forma de poesía está en proceso de decadencia […] su poesía, tiene sus últimas manifestaciones en el simbolismo en Francia, y en el modernismo, en el mundo hispánico. Si bien el poeta no va a inscribirse a ninguna escuela o corriente literaria de su época, no permanece ajeno a ellas” (Alegría, 1944) afirma Alegría, pero no fue so la influencia de los cambios en el arte en general: ultraísmo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo, sino también su contacto con los escritores de Trujillo y su mentor Antenor Orrego, lo que cambio para siempre su forma de percibir el mundo que lo rodeaba.

Sentimientos encontrados de dolor, soledad, y extrañamiento, sufrimiento por la gente que le rodeaba y por quien sentía amor y odio, repudio y compasión. Estrada (2005) comenta que otra faceta del autor es sin duda “la influencia chaplinesca, ese personaje que inútilmente busca el amor en mujeres que no le corresponden y que, a la vez, hace reír y llorar. Su amor explorado y proyectado en Trilce como se analizará a continuación.

El poema XLVI en Trilce Vallejo, quien es el sujeto lírico, le habla a una mujer que está ausente pero con la que compartió el momento que recrea a través del poema, si se contextualiza la temática con la vida del autor entenderemos el comentario de Ernesto More, íntimo amigo del poeta en París, quien comentaba sobre profundo amor de Vallejo por su “francesista venida a menos”, su melancolía cuando no la tenía cerca y su abandono cuando estaba junto a él.

El poema esta formado por una variedad de endesílabos combinados de diferentes formas, aunque está escrito en verso libre el poeta utiliza la rima asonante para brindarle cierto acento en las vocales que repite al final de cada verso, plagado de sinalefas, de sinéresis e Hiatos consigue cierta musicalidad que no recuerda para nada a los versos modernistas pero que le imparte cierta singularidad a su composición.

El ritmo se aprecia en las repeticiones constantes distribuidas en el poema de la misma forma que la medida con que se marcan los versos. El poema tiene la apariencia de un soneto. Algunas figuras literarias que se observan son: La prosopopeya que utiliza en el poema de muchas maneras diferentes, dando vida a objetos inanimados a través de sentimientos y actitudes humanas, La tarde cocinera se detiene ante la mesa […] La tarde cocinera te suplica y te llora, En su delantal que nos empieza a querer, Y muerta de hambre tu memoria viene… La exclamación: ¡Ah! que nos vamos a servir ya nada…Aliteración Más, como siempre, tu humildad se aviene, a que le brinden la bondad más triste. Supresión: en el regionalismo delatal por delantal, Anáfora, Valor para servirse de estas aves. Ah! qué nos vamos a servir ya nada.

En las diferentes estrofas del poema se emplean verbos en presente pretérito imperfecto y en primera persona del singular, personificándose (Vallejo) en cada uno de los objetos para manifestar su dolor por la ausencia y su desanimo pidiéndole que vuelva La tarde cocinera se detiene (ella, la tarde) La tarde cocinera te llora en su delatal .

En la última estrofa se dirige al ser amado en presente en la primera persona del singular Yo hago esfuerzos también por que no hay valor para servirse…En el poema a través de la petición encarecida el autor se expresa y se objetiviza a través del lenguaje, como menciona Bajtin, “el autor hace suya la palabra cuando le imprime su intención y expresividad que ha encontrado en otros contextos y situaciones”, se proyecta a través del lenguaje que a la vez se convierte en una herramienta para exteriorizar su deseo.

Ricoeur proporciona la idea de la semántica profunda, a través de la cual el lector al leer el poema se convierte en lector interpretativo y descubre dimensiones del mundo que el autor plantea a la vez que dimensiones posibles ajenas a este. Vallejo comprendió en París según afirma Flamand ( en Henderson 2006) que la poesía puede decirlo todo.

Comprendió que el sentido, la buena actitud semántica, no son absoluta, categorizó la poesía de Vallejo como Poesía “estallidos, cortes, fracturas inesperadas que rompen el ritmo […] Vigorosa furia que llegaba a despreocuparse de saber si se "comunicaba" o no con el lector o hasta desinteresarse de si el verso, la estrofa, el poema todo tenía un "sentido".

En una situación similar podemos visualizar el poema de Alejandra Pizanik, al igual que Vallejo Pizanik nació en una población de la Gran Buenos Aires, hija de un matrimonio judío padeció desde muy joven la incertidumbre de la vida, tomo diferentes caminos, carreras y profesiones y no concluyó ninguna, su inestabilidad y continuo ensimismamiento, animó a sus padres a conseguirle ayuda psicológica ,que la obligó a percibirse diferente y le publican su primer libro, más tarde aceptó su homosexualidad.

Pizanik debatió toda su vida contra de la angustia, de sus miedos, y su tristeza primitiva, Pleitez asegura “se llama a sí misma la abandonada, la huérfana, la inadaptada”, su disyuntiva, aceptar o rechazar todo lo que la rodeaba, para esta autora el mundo era un lugar horripilante, donde la inocencia se pierde muy pronto.

Pizanik conocía la vida de otras autoras reconocidas y sabía de su soledad y de sus sacrificios por el arte, entre otras admiraba a Gabriela Mistral, a Alfonsina Storni y a las hermanas Brontë, famosas ya en su época. Su continuo deseo por ser amada la sometía a la disyuntiva de decidir entre dedicar su tiempo a escribir o a buscar el amor.

La obra de Pizanik tuvo siempre un aire fatalista, denotando su confusión y recordando constantemente uno de los temas principales de su obra: la muerte, la comunicación a través de la poesía constituyó para la autora su tabla de salvación, aquello que la mantenía cuerda, y aferrada a la realidad.

La importancia de Pizanik se relaciona como afirma Vazquez, “rompe con esa raigambre en la que la poesía femenina era mero sentimentalismo, ternura y suavidad poética. Su voz se libera y dice lo que a otras voces femeninas anteriores les estaba vedado, como la crueldad y la violencia”, rompiendo al igual que Vallejo paradigmas de la poesía de la época. Recurrentes son los temas en la poesía de esta autora, la infancia, el lenguaje, el silencio, o la naturaleza sombría, todos íntimamente relacionados con su vida y su contexto.

Roca afirma que la poesía de Pizanik es “en sus más altos momentos, logra una seducción desde el espanto, lo que conllevaría también a una lectura cargada de amor-odio, de encanto-desencanto, de magnífica tensión.

En el poema En esta noche en este mundo de Alejandra Pizanik, es ella quien se presenta como el sujeto lírico a través del poema, Pizanik le habla a la cordura, a la razón, ella manifiesta su frustración porque no puede decir o explicar todo lo que tiene en la cabeza –la lengua natal castra- las ideas en su cabeza superan lo que puede expresar con palabras.

La lengua natal castra, aunque es el órgano del conocimiento resulta insuficiente, no se siente capaz de lograr lo que anhela. A través del poema se queja de que la gente no ve en ella lo que lleva dentro, y ella siente que no puede proyectarlo a través lo que escribe- lo que pasa con el espíritu es que no se ve- Pizanik reite una y otra vez que no puede sincerarse ni con ella misma, y a través de esta confusión es que escribe para mantenerse alerta, cuerda, pero una y otra vez se da cuenta de que sus palabras son incoherentes, que no dicen lo que ella quiere decir. Pizanik vivió así siempre, al borde de la locura hasta su suicidio.

Las palabras remiten según Bajtín al concepto de que estas por sí mismas, carecen de emotividad, “por consiguiente escogemos palabras según su especificación genérica […] dentro del género, la palabra adquiere cierta expresividad típica, […] de ahí se origina la posibilidad de los matices expresivos típicos que cubren las palabras. (Bajtín, 1982:267), esto queda claro en Pizanik, quien escoge palabras fuertes, la lengua castra, el órgano de la re-creación…logrando usar a buen fin el oximoron, las palabras del sueño de la infancia de la muerte.

Aunque está escrito en verso libre y sin una rima determinada, el acento contribuye a la musicalidad interna del verso donde el ritmo ( de 1 a 20) se aprecia sobre todo en las repeticiones. Algunas figuras literarias que se observan son: Anáfora: La lengua natal castra, la lengua es un órgano de conocimiento…El resto es silencio, solo que el silencio no existe….Escribo como quien con un cuchillo alzado en la oscuridad, escribo como estoy diciendo; lo que pasa con el alma es que no se ve, lo que pasa con la mente es que no se ve, lo que pasa con el espíritu es que no se ve, utiliza la ánafora con un afán reiterativo, en la que deja muy clara su invisibilidad, su desaparición.

Deprecación: oh ayúdame a escribir el poema más prescindible… Aliteración: Sabiendo que no se trata de eso siempre no se trata de eso. Paradoja: No puedo más de no poder más…

En las diferentes estrofas del poema se emplean verbos en presente y en primera persona del singular, personificándose (Pizanik) en cada una de los quejas e imprecaciones para manifestar su miedo a enloquecer, a comprometerse. En la última estrofa se dirige a Dios, pidiéndole ayuda para terminar lo que ha empezado.

Resulta difícil después de esta intrincada lectura, hacer una recomendación de cómo es que hay que hacer una lectura coherente y comprensiva de la poesía o en particular de estos poemas. La poesía contemporánea, manifiesta de tal manera el yo interno del poeta, que como escribe Henderson (2006) poetas como Vallejo dejan de preocuparse por el sentido que pueda tener para otros su poesía.

La poesía es una suerte de desahogo, de fresco remanso en que se descansa mientras se tira toda la basura que se lleva dentro, no existe una mejor manera para leer poesía que leer poesía, que analizar poesía, que escribir poesía. Pizanik en su inmensa locura que la arrastró al suicidio lo sabía y se aferraba a la posibilidad de escribir, y de tratar de expresar la turbulencia en su alma a través de la palabra.

Vallejo y Pizanik tienen cosas en común, la época, la soledad, la frustración, el pesimismo, pero también tienen en común que son poetas, poetas importantes de su época, que rompieron paradigmas y cambiaron la poesía para siempre

martes, 5 de noviembre de 2013

Continuación del análisis discursivo de Ramón Hernández



Héctor M. Leyva (*)


El lingüista Ramón Hernández ha compartido un análisis de la frase “yo voy a hacer lo que tenga que hacer” del candidato presidencial Juan Orlando Hernández para hacer ver el autoritarismo personalista y las amenazas veladas contra el proceso electoral que puede haber en dicha frase. A ese análisis es posible añadir elementos que refuerzan y amplían algunas de las observaciones.

En primer lugar me parece que la frase correcta incluye una preposición antes del primer verbo: en lugar de “yo voy hacer” debería ser “yo voy a hacer” que es la forma que adopta esta perífrasis de futuro en el habla de los hondureños que evitan la forma más económica de decir simplemente “haré”. Esta preposición no puede reconocerse en la pronunciación del candidato –como puede corroborarse escuchando alguno de los spots publicitarios (1)–, lo cual puede responder a la asimilación de esa preposición con la vocal del verbo (“voy- a ha-cer”). Todo sea dicho por apego estricto a la frase sin que esto quiera excusar tampoco al candidato que estaría faltando a la gramática culta y a los usos populares como es el caso de esta perífrasis. 

En segundo lugar, es importante notar que en la frase hay una serie de selecciones (de pronombre, de verbos, y de estructura sintáctica) que dicen mucho por el solo hecho de no haberse elegido otras de las opciones posibles. Así el uso del pronombre personal en primera persona (yo) indica que se desconsideró el plural (nosotros) como suele ser frecuente en los discursos políticos en los que los candidatos asumen que representan a una colectividad. Al escoger “yo” el candidato personaliza el poder en sí mismo y con ello construye lo que podría llamarse un voluntarismo mesiánico. No es el partido sino él (un individuo con cualidades excepcionales), el que ha llegado para salvar a la nación. Afirmación a todas luces falaz como nos demuestran las ciencias sociales en el sentido de que los problemas actuales de las sociedades son tan complejos y extensos que se requiere de amplias movilizaciones y consensos para resolverlos. La figura de un individuo que pueda salvar a una nación es simplemente una mentira.

La elección del verbo “tener” es muy significativa desde el punto de vista ético y jurídico porque en su lugar el candidato pudo escoger “deber”. El candidato pudo decir “yo voy a hacer lo que deba hacer” pero entonces la frase habría perdido su fuerza voluntarista porque habría supuesto que el individuo se limitaría a llevar a la práctica lo que fuera una obligación de todo ciudadano o que tomaría las medidas que los problemas estarían demandando, con lo cual el yo (la voluntad soberana del individuo) se habría visto disminuida. Obsérvese que hacer lo que uno debe, supone someterse a la norma, a la moral, a la costumbre y replegar la propia voluntad y los propios deseos. Cuando el candidato dice que hará lo que tenga que hacer, implícitamente nos está diciendo que no hará aquello a lo que está obligado sino aquello que su soberana voluntad le demande: no lo que la sociedad pudiera requerir sino lo que él necesite. No es extraño que el candidato sea calificado popularmente de “niño malcriado” aludiendo a ese carácter caprichoso de los niños que siempre quieren que se haga lo que ellos quieren.

Cierto que la frase también podría interpretarse con el sentido de que el candidato se está comprometiendo a hacer lo que se esperaría que hiciera (por ejemplo reprimir la delincuencia): “haré lo que ustedes esperan que yo haga”, pero si ese fuera el caso las implicaciones podrían ser incluso más graves porque igual se estarían desconociendo las obligaciones éticas y legales. Hacer lo que se tiene que hacer no es lo mismo que hacer lo que se debe hacer. Mucha gente (muchos electores) podrían estar demandando actuaciones reprobables o ilícitas con tal de encontrar satisfacción a sus demandas (no solo reprimir la delincuencia sino ganar las elecciones a toda costa, por ejemplo), con lo cual la afirmación estaría dándole un valor positivo a la violación de la moral y las leyes.

Finalmente, puede considerarse la construcción sintáctica que se distingue por una circularidad tautológica que envuelve la afirmación en una completa ambigüedad. ¿Qué es lo que nos dice el candidato que va a hacer? Nos dice que va a hacer lo que tiene que hacer pero entonces no nos ha dicho lo que va a hacer. El primer hacer remite al segundo hacer. Aparentemente no dice nada (lo que se asocia con la vacuidad característica de los discursos políticos demagógicos) pero como se sabe, cuando nada decimos también estamos diciendo todo. Quizás fuera este el ángulo más peligroso de la frase porque estaría implicando que el candidato está dispuesto a hacer todo lo que haga falta, todas las acciones posibles, cualquiera de ellas con tal de prevalecer. La frase sería la invocación y la afirmación de un poder absoluto que violenta por completo el orden jurídico y las costumbres de las sociedades democráticas y del Estado de derecho. 

Como puede apreciarse el candidato con esta frase está invocando una forma de ejercicio del poder tiránica que parece retrotraer la sociedad a sus peores épocas de dictadura. Lo que más sorprende y llama la atención, sin embargo, puede que no se encuentre en la frase misma ni en las intenciones del candidato sino en los aplausos, en el que un sector importante del electorado y de la sociedad, esté dispuesto a apoyar actitudes, talantes y proyectos políticos de esta naturaleza. Es decir, que lo curioso es que el autoritarismo se encuentre en la médula de los huesos de multitudes de personas en la sociedad.


(1) Ver el video “Juan Orlando Policia Militar” en Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=Gh-TiaKQaKY)


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(*) Escritor, ensayista e investigador hondureño. Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Literatura en la UNAH.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Análisis discursivo: "Voy hacer lo que tenga que hacer"



Ramón A. Hernández Torres (*)

Esta expresión es el caso típico donde las palabras entran en juego con un significado convencional o limitado y lo llenan plenamente, en primer lugar, por su emisor, su intención e impacto que quiere provocar en los oyentes; en segundo lugar, el contexto tanto histórico como social, específicamente, pre-electoral, en el que adquiere su verdadera dimensión, alcance y carga semántica por su implicación, lo que no se dice pero está detrás de las palabras, se presupone.

Esta frase vista neutralmente, aislada, sin emisor, receptor, ni contexto es, de por sí, desafiante y retante, si expresa esto, el interlocutor está implícito o, es “alguien” a quien se desafía, reta y se alude de manera directa a Libre. Pero quién expresa esa frase también se muestra desafiante y exhibe una imagen de fuerza y poder y, sólo quien tiene la certeza de tenerlos la dice porque no arriesga su imagen al no ser inconsecuente con su acto de habla de incumplir su compromiso después; pero también esto plantea una relación asimétrica entre los interlocutores en la que únicamente aquel que está en una posición de superioridad puede expresarla (el poderoso) y el otro (si no es desafiante) quedar advertido; sin aditamentos como tono y ademanes gestuales la expresión en sí, es amenazante. Pero también –como reacción espontánea- la expresa únicamente quién por el acto o acción probable del otro, siente amenazado su poder e imagen. 
Juan Orlando, entonces, expresa esa frase: “Voy hacer lo que tenga que hacer”, como presidente del Congreso Nacional y por su investidura como tal le da una significación mayor como desafío y amenaza puesto que detenta un poder institucional (además del Congreso, el Ministerio Público, la Corte Suprema y el Tribunal Supremo Electoral) y fuerza represora (Policía Nacional, Policía Militar, Tigres y FFAA) concentrados en su persona, esto lo sabe, está consciente y, por tanto, dice la frase sabiendo lo que quiere que se entienda con toda su intención.

Con esta expresión el candidato nacionalista culmina su calculada tarea de labrarse un perfil de “valiente”, “desafiante”, “retador” y, en fin, una especie de “Juan sin miedo” desde que asumiera la presidencia del Congreso Nacional con miras a candidatearse por su partido. Primero se distanció de los grupos de poder económico, desprestigiados con y por el golpe de Estado y apoyó al presidente Lobo Sosa en todo lo que fuese necesario para lograr cierta gobernabilidad en el país como la conformación del Poder Ejecutivo con todos los partidos, la salida al exilio de Zelaya Rosales y su posterior retorno mediante el Acuerdo de Cartagena; esto ubicó al binomio Lobo-Hernández en una derecha moderada al surgir un sector radical opuesto a todo esto (por eso, Lorens siempre se obsesionó en crear artificialmente una izquierda moderada para que el FNRP apareciera como radical (esto no cuajó porque el método de acceso al poder es lo que mejor define la radicalidad), papel al que muy solícito acudió el FAPER ya que la UD no le sustraía el poder de la calle a la resistencia); una vez resuelta esa tensión a favor de Lobo-Hernández porque la otra posición, nacional como internacionalmente, era torpe e inviable; pasa al segundo momento: desafiar a los grupos de poder y, sobre todo a los dueños de su partido, consciente que entre presionar para negociar y obtener su apoyo, la confrontación, como opción era más rentable a nivel de coste-beneficio político.

Con esa estrategia, Juan Orlando emula a Zelaya Rosales, este es su imagen en el espejo que compulsivamente quiere ver reflejada para tener la misma estatura política de Xiomara Castro de Libre, de allí que a la Resistencia Nacional nos robe –o, por lo menos vaciarla semánticamente- nuestra cojonuda y corajuda consigna gritada ante las bayonetas: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo” pero con ella, él se dirige a liberales, cachurecos, incluso independientes, militantes de Libre, a que regresen porque ya tienen un “valiente”; pero el efecto ha sido nulo porque no es lo mismo hablar por hablar sin arriesgar el pellejo. Ante ello, entonces, solo le queda el recurso desesperado de quien se siente acorralado, la amenaza.
Puesta en contexto, “voy hacer lo que tenga que hacer” es una expresión puramente discursiva, pero en la práctica política de quien la declara, que ya mostró su capacidad inescrupulosa de actuar propio de un dictador: tiene un antecedente en su narrativa discursiva: ya sucedió el evento de la aprobación de la Ley de las Ciudades Modelo –que la Corte declara inconstitucional porque violaba nuestra soberanía nacional –insiste con testarudez y la cambia a Ley de Redes de Desarrollo Social, pero antes se asegura y destituye a los magistrados que se opusieron; y para no hacer larga la lista, aprobó la creación de la Policía Militar, todo esto, con la oposición del pueblo hondureño, incluso la opinión internacional; los oyentes, entonces, conectan esos antecedentes e infieren con ese conocimiento natural del lenguaje que: “La eficacia del discurso performativo que pretende hacer realidad lo que enuncia en el mismo acto de enunciación es proporcional a la autoridad del que enuncia” (Pierre Bourdieu, 2008: 115).

Aunque la frase que analizamos surja y tenga un significado original en el contexto de la creación de la Policía Militar, ilegal y violatoria de las normas internacionales en materia de seguridad, adquiere una mayor carga semántica en el contexto general pre-electoral; es como si saltase de un escenario a otro y esa “expansión contextual” lo logra el emisor con la machacona propaganda de sus spots publicitarios en los que repite su intolerante frase “voy hacer lo que tenga que hacer” que ya sobredimensionada tiene dos implicaciones: pospuesta la a) y antepuesta la b):

a- …si no gano las elecciones
b- Si no votan por mí...

En la implicación a) gano las elecciones implica Libres y transparentes y si eso no es posible: “voy hacer lo que tenga que hacer”; en la implicación b) votan por mí implica la mayoría, si eso no ocurre “voy hacer lo que tenga que hacer” como se constata: en lenguaje popular el hombre gana porque gana, lo que en un proceso electoral normal es tan probable ganar como perder, sin embargo, en este contexto significa ganar o ganar o, más categórico ganar a como dé lugar

Reforzada por los antecedentes de la práctica antidemocrática, autoritaria y dictatorial del candidato gubernamental que ya está en la mente de los oyentes es fácil que infieran esas implicaciones y al mismo tiempo estén procesando su reacción que es incierta dado el conflicto mental que se crea porque en la propaganda política la norma es la persuasión y el convencimiento para la adhesión a una causa y no la amenaza, ya que las primeras se construyen con argumentos y propuestas y la amenaza solo genera incertidumbre, ansiedad y, en fin, violencia. ¿Qué imagen proyecta el candidato oficialista, en una mano ofreciendo el bono 10.000 y en la otra, un garrote?, antes que todo una estrategia de campaña completamente errática. 

Expresiones como esta tiene diferentes significados e impactos dependiendo de los receptores (Libres e independientes), el nivel de conciencia política y de clase; para los simpatizantes con menor compromiso político esto les genera temor y los inmoviliza, para los militantes de la resistencia no los amedrenta, por el contrario, los interpela a actuar, entonces Juan Orlando –siguiendo la concepción conductista de estímulo-respuesta–  presupone: uno, la conciencia de los primeros (simpatizantes) y la generaliza como homogénea a toda la resistencia y, dos, que toda la resistencia reaccionará en la dirección esperada, la desmovilización y la abstención electoral. 

La respuesta contraria a esa expresión nunca se espera ya que su emisor es anti dialéctico aunque la realidad histórica inmediata ya lo haya demostrado: el movimiento de Resistencia, masivo e imperecedero, en contra del golpe de Estado y la movilización gigantesca del 5 de julio del 2009 pese a toda la campaña de terrorismo mediático impuesta por la propia boca-ventrílocua de los altos jerarcas religiosos no menguó, todo lo contrario. Un búmeran es lo esperable ya que la mente del hondureño se resiste a la opresión y actúa bajo otra ética.

Cuando la clase política pierde “la mente y el corazón” de un pueblo la base de sustentación de su hegemonía empieza a desplomarse ya que “…la subversión política presupone una subversión cognitiva, un cambio de visión del mundo” Bourdieu (op. cit.: 124) y un golpe de timón, inteligente, audaz y contundente será suficiente para darle jaque mate al rey.  

                   
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(*) Docente e investigador hondureño. Doctor en Lingüística Teórica por la Universidad Nacional de Heredia, Costa Rica. Miembro de Número de la Academia Hondureña de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española.   

domingo, 3 de noviembre de 2013

"Aparentemente cada cosa tiene su sustituto. Sustitución que se sucede infinitamente. Yo creo que nada se reemplaza... "


Alejandra Pizarnik, Diarios

martes, 29 de octubre de 2013

Diversiones púb(l)icas


Alejandra - Se acabó todo proyecto literario. (pausa) ¿Quién me quiere? ¿Quién me quiso? (Triste) La gota de agua cae a ritmo sincopado, no se detiene. (En voz baja) Esta prisión me proporciona la ilusión de un refugio. Yo, Alejandra, la Troyana de Pernambuco, nieta de cabalistas, poeta predestinada a la locura, experta en abrirse camino entre las piernas, ya no necesito las calles ni las plazas, solo un colchón donde echarme. Lo más temido se ha vuelto real (pausa). Ha llegado la hora de asumir una verdad decepcionante, casi ridícula: mi condición es tan funesta que ni siquiera puede haber duelo.


(Silencio. Alejandra extrae del cajón un frasco, lo abre y se toma un puñado de pastillas. De repente se hace un absoluto silencio seguido por una súbita oscuridad. Se escucha una muchedumbre pidiendo auxilio. Al encenderse las luces, la escenografía cambia por la de un apartamento semivacío con libros rotos por todas partes: el suelo, estantes, escritorio, etc. Alejandra no está más en el escenario, solo los restos de una muñeca rota. Aparecen Mamushka y Marcelino con un vestuario diferente.)

Mamushka (con lagrimas) - Donde hubo una hija, hay cenizas y manchas de sangre y pedacitos de uñas y rizos púbicos. Su alma ha sido quemada en vida. (pausa) ¿Qué hacemos?

Marcelino - Salvarla
Mamushka- ¿De qué? ¿De quién? Todos le dieron la espalda y ahora las ratas atrapan a las trampas, la prisionera vigila a las cadenas, ella está en los espejos y me mira con angustia, a mí, la madre que encubrió al verdugo y al verdugo que blandió el hacha. Y aunque le aseguré que el hacha no caería de sus manos, voilà… el verdugo ahora encubre a una madre, y de nada valdrá, como quien dice, la idea fija. Yo estoy, respecto de ustedes, un mar más lejos.

(Marcelino se va y entra Olga)


Mamushka (Se dirige a Olga)- ¿En qué piensas?

Olga- Medito sobre la existencia incomprensible y ridícula. Sé que hay noches, versos, paisajes, suspiros, que no están detrás de mí, y si quiero descubrirlos, tendré que aprender a ser sus manos abalanzándose sobre el sufrimiento. Desde el corazón te digo, esta muerte no tiene descanso ni grandeza. Todo lo que recuerda mi boca fue borrado de la memoria de otra boca. Ahora conjuro a los elementos para que acompañen mis invocaciones, para que sean testigos y cómplices de este rito de amor.
Mamushka- Ya sé que el sufrimiento nos ciega, pero aunque nadie puede escoger otro pasado, yo necesito soltar mi queja sobre ti, para despojarme de lo que he vivido.
Olga- Debemos aceptar su muerte al igual que una heroína ridícula de tragedia griega, porque en el recuerdo sin más autocompasión ni arrepentimiento-miedo- delirio ella levantó su mano y la empuñó contra Dios. Juraría haber escuchado su grito de agonía al morir, ¿o de alegría?
Mamushka- Yo me esfuerzo por pagar mi penitencia, cometí un crimen del que fui partícipe sin saberlo. Nosotros hemos destruido el único lugar donde mi hija habitaba sin voces, ni rumores o gritos de los parientes martirizados en cámaras de gas.
Olga- El destino y la negligencia han provocado la racha de buena suerte en los que ansiaban su fama. Ahora que todo ha sucedido. Amigos, amantes, editores, hacen declaraciones a los diarios, echándose culpas. También revolotean por lo bajo preparando sus hondas: acusan, indignados por lo que ha sucedido, pero jamás intentaron ayudar; a ninguno de ellos se le había ocurrido preguntarse si las cosas estaban en orden; solo esperaban que sucediera lo previsto, es decir, su muerte.
Mamushka- Acaso, ¿no era más fácil desprenderse y así evitar caer al vacío con ella?
Olga- Ninguna de las puertas que ella abrió eran para salir. Todas estaban en el revés de los espejos y el magistral viaje culminó en sus escritos.
Mamushka - ¿Y para qué? Nadie recordará su olor a tristeza, ustedes no recordarán el gusto del vino atado a la lengua, no recordarán el color de la noche en los ojos de los ahogados sino que recordarán palabras que flotan como máscaras, como cáscaras vacías que nunca contuvieron nada, y recordarán sus ojos que pagaron al amor el mas alto tributo. Recordarán su nombre que significó mucho para quien lo llevó como un arma en la noche de los grandes encuentros y del dolor sin desenlace.

(Pausa y Olga va hacia la ventana)


Mamushka - ¿Por qué te vas?

Olga- Su casa ha sido profanada, saqueada por los violadores de tumbas…. No creo estar molestando a nadie pero debo irme.
Mamushka – Quédate un momento…
Olga- Si recogemos sus papeles podríamos reconstruir la trampa mortal.
Mamushka - ¿Qué trampa? ¿El laberinto donde sus labios exangües sorbieron los venenos de la vanidad?
Olga- Un ángel adorable con hocico de cerdo le tendió una celada y ella cayó perdiéndose en los insomnios poblados de muros, detonaciones, gritos. El aire poco a poco se tornó un campo de concentración para la niña minúscula que bailaba sobre el filo del cuchillo.

(Se oye un silbato y una marcha de ejército. Sale a escena Héleno -Poeta travesti- con un baúl en la mano)


Mamushka- ¿Qué traes en ese baúl?

Poeta travesti- Sus heridas, las flores secas que conservó detrás de la puerta, figuritas rotas de madera, una revista pornográfica usada con fines ilícitos, fotos ajadas por el tiempo, su existencia vuelta cenizas.
Mamushka- No fuimos una buena estrella para ella: pertenecemos a una raza maldita. Siempre oyendo el delirio de los lobos (pausa). Hija, era tan fácil que me la hiciste. Si la ahogada no oponía resistencia al que lo ahogaba, qué sentido tenía ahogarla, qué sentido tenía repetir una muerte, un gesto de desenlace dramático que ya se cumplió cuando era el momento. ¿Qué sentido tuvo desenterrar a los muertos y romperles los huesos a palos? ¿Qué sentido tuvo estrangular a la hija que yacía violada y fría antes de nacer?
Poeta travesti - Tranquila Mamushka, es una suerte que nadie te ayude. (Pausa) No hay nada más peligroso, cuando se necesita ayuda, que recibirla. Tu hija te deja un legado en su obra.
Mamushka- ¿Y de qué me sirve su gloria? Yo la quiero viva….¿Para qué seguimos hablando? No hay más esperanzas. Tuve un contenedor lleno de esperanzas rotas, la misma esperanza rota mil veces en realidad, y hacía rato que había puesto el candado. Sin embargo, la tenacidad y empeño con que se manifestaba el “espero una vida mejor” a pesar de mis repetidas advertencias, logró un poder imposible de ignorar. No puedo hacer otra cosa que ceder ante mis negligentes y ciegos sentimientos maternales.
Poeta travesti -(se acerca a Olga) ¿Lloras?
Olga- Tengo culpa. Pero el silencio es algo cierto, verdadero. No estamos solos. Alguien –tal vez muchos- tiemblan en este cuarto mal alumbrado, debajo de mi mano sobre el papel, entre las sombras. Gente que ella amó. Todas sus habitaciones fueron tugurios de espectros y sumideros de llamadas ahogadas por un orgullo único. Todo esto para reventar como una perra caliente, cualquier día de lluvia.
Mamushka- Busca a Marcelino.
Poeta travesti - Se niega a verte.
Mamushka- ¿Hace algo?
Poeta travesti - Ha enmudecido.
Mamushka- ¿Piensa resucitarla a través del silencio? Tuvo el papel de bufón, sí, pero nadie rió, está preso de una seriedad mortal porqué está como quien no está y se va como quien nunca estuvo.
Poeta travesti - Cada uno resucita a sus muertos de la forma que puede. También él está a cinco pasos de la muerte. …Y yo sé lo que digo, lo sé tanto que no debería decirlo de nuevo. Pero mi lengua anfetamínica no se deshabitúa de rumiar siempre lo de siempre.

(Olga da vueltas por la habitación. Camina como una autómata. Rumores de tormenta)


Olga- Poeta suicida, poeta de las palabras puras, eran legión, legión encarnizada posándose sobre tu nombre. Ahora se multiplican a medida que te destejes hasta el último hilván, apresándote contra las telarañas voraces de la nada.

Mamushka- ¿Qué haces?
Olga- Recito una elegía.
Mamushka- Aquí solo se reza.
Olga- ¿Ya no hay derecho al poema?
Mamushka- No (pausa). Acércate a la ventana.

(Olga se asoma por la ventana)


Mamushka- ¿Qué ves?

Olga- Veo a la poeta caminando por París… escribe sin tregua, fuma, bebe, ríe, hace el amor. Está rodeada de escritores jóvenes, de varios “monstres sacrés” y de artistas de cine. En este momento, se acerca una mujer al grupo a pedir un cigarrillo y…¡habla español! Tiene un acento parecido a... (pausa) se llama... (la interrumpe Mamushka)
Mamushka- Basta, ¡no sigas! cierra la ventana.

(Olga se aleja de la ventana)


Poeta travesti - Estoy cansado de tantos lamentos sin sentido, la poesía envuelta en papel celofán….

Olga- Se habla para no decir nada, travesti de los Urales.

(Mamushka comienza a hacer pucheros y posteriormente llora)


Olga- ¿Por qué lloras? Las palabras siempre nos sirvieron de guarida; siempre nos resguardaron de todo peligro. Escondidas entre ellas, la oscuridad que nos brindaban era todo lo que necesitábamos para sentirnos a salvo. Ni las arañas podrían tocarnos allí. Nadie. Ahora, ella se ido a otro universo en donde no hay gritos ni máscaras, donde los espejos reflejan sólo lo hermoso. Sin embargo, viéndote siento miedo. Estoy con pavura.

Mamushka- De repente, el mundo ha caído sobre mí. Quisiera correr y entrar en la luz. Pero en su recuerdo hay una mano dorada de mujer que me agarra del brazo y llora.
Olga- Tu solo recuerdas la criatura hambrienta que la deshabitaba.

(El Poeta Travesti recoge los pedazos de la muñeca y se la entrega a Mamushka)


Mamushka (abrazando a la muñeca) – Pensar que ella ni piensa que duerme.

Coro (Olga y el Poeta Travesti)- Golpea, golpea su cabeza, que tus manos resuenen.
Mamushka- El tiempo terminará devorando todo, hasta su memoria…
Coro (Olga y el Poeta Travesti)-Como el viento se lleva al humo.
Mamushka-No puedo oír su voz…
Coro (Olga y el Poeta Travesti) – Te toca morar el infierno en vida.
Mamushka- Ella me lleva, me arrastra…
Coro (Olga y el Poeta Travesti)- La negra muerte cubre sus ojos.
Mamushka- Olvidaré mi nombre, el suyo. Ha muerto la desdichada.


(Pausa. Se oye la campanilla de la puerta)


Mamushka- Debe ser alguien.


(Olga y el poeta travesti se van hacia la ventana y de pronto se detienen. Se oscurece la escena y enfoca a una figura fantasmal que se aproxima a Mamushka)


Hija - Nosotras, las dos, vivimos durante treinta y seis años reinventando hacia atrás. Yo fui descubriendo que eras huérfana, casada y viuda, todo bien envuelto en fotos, papeles, cajas y lápices rotos. Ahora el silencio trae hasta esta orilla los desechos más impuros: infortunios invisibles, gritos al amanecer, un poema que no supiste escuchar, ni quise escribir.

"No importa si cuando llame el amor

yo estoy muerta.
Vendré.
Siempre vendré
si alguna vez 
llama el amor."

Ahora tu dolor disuelve mi odio y la mano que se alzó para condenarte se arrepiente. Y yo ¿acaso he sabido hacerlo? Sí, estuve en el lugar de la cita, a la hora indicada, y nadie acudió. Esto es todo, no es mucho aunque es todo. Mamushka, el silencio que envuelve tus temores, tu enfermedad de posesión, conmueven mi alma despojada. Pero esta, la última vez, te digo, en el fondo de todo hay un jardín. Estoy en mi jardín.


(La hija se aleja y desaparece en la oscuridad. Un foco de luz ilumina a Mamushka quien todavía tiene los trozos de la muñeca en las manos)


Mamushka- Alguna vez pronuncié tus nombres: Buma, Flor, Sasha, Alejandra, construidos con voz pura. Ahora que la inmortalidad te cubre y tus párpados se han despoblado de la locura, declaro tu muerte por segunda vez: sed, pulmones, respiración que se vacía, playa solitaria de un tiempo acotado... (mira)

Está amaneciendo… (grita) !!! ¡hija!... Mi hija no ha muerto…. ¡hija! ¡hija!...

(Al salir se va inmovilizando. Se oscurece la escena)






Patricia Venti
(Fragmento final de Diversiones púb(l)icas)

martes, 22 de octubre de 2013

Siempre al estar con Silvio a solas me pongo a pensar en el futuro, cuando esté vieja, cómo va a ser y qué cosas voy a sentir al escucharlo. Me he criado con su música desde que tengo memoria, desde antes de nacer incluso. Nunca se me van a olvidar las imágenes de mi papá sentado en la cama del cuarto, tocando en la guitarra sus canciones y yo metiendo mis dedos entre las cuerdas. Creo, casi segura, que no hay una canción que me recuerde más a mi viejo que Unicornio, quizás porque a la larga ha sido el único amigo que me ha apoyado en todos mis cagadales. Esa canción -que habla de la amistad perdida- siempre me produce maripositas tristes en el estómago, pues me los cuenta a los dos como unicornios azules que aún no se me han perdido pero que un día lo harán.

Estos meses raros sin saber del viejo me han puesto a meditar en esa situación compleja que es el amor paternal. Mi papi ha sido siempre, a pesar de muchas cosas, la figura junguiana de mi admiración y cariño. De niña era una cuestión muy romántica, por así decirlo. Ahora que soy adulta veo en mi papá a un amigo irremplazable -con el que siempre estoy peleando, sí- al que entiendo, y que me entiende. Y Silvio, pues qué decir, cuando quiere juega conmigo y puede hacerme sentir infinitamente triste y luego, en un instante, infinitamente feliz. Más que un cantautor predilecto, fue y es algo ya muy propio: su figura inevitablemente atraviesa lo que mi viejo es para mí, tanto que los dos le dan forma a la figura paternal que quiero y que como hija valoro. Estoy segura que cuando uno de los dos falte, voy a sentir que perdí a la mitad del otro. 


***


Papá, yo te hablaré despacio
como quien le habla al viento.

Dibujaré en la penumbra tu mirada cansada,
tus ojos de color humano,
tus lozanas arrugas
que en tantos y tantos años
no han perdido su luz. 

Papá, si tienes miedo
estaré a tu lado
de lejos;
no dormiré si tú no duermes,
si estás mudo callaré.
Juntaremos
el silencio de las flores
en una sola palabra.

Escucharé las grabaciones
sentada en la ventana,
aquellos viejos cassettes,
pequeños monumentos
que arraigan tu alegría 
mi voz junto a la tuya
y el dulce desafino de tus cuerdas.

Papá, quédate conmigo
aunque no estés aquí,
mi llanto no ha madurado
para un adiós de verdad.

Si te perdieras un día
me quedaría amarrada
a números incontables,
a vacíos feroces
con una sola canción.

Por un camino de piedras
caminaría, muy lento,
como los ciegos que a tientas
tocan mundos oscuros,
soñando con los paisajes
que nunca pudieron ver.

Me sentiría muy triste cuando viera el carrito
del señor que vende hot dogs,
cuando escuche Silvio a medianoche, 
y llore de repente
como hoy.

Papá, yo pensaré en ti
cuando nadie lo haga,
desearé tu presencia cuando en las sombras
las estrellas salgan a pasear
y nuestra osa mayor brille
más que nunca.

Te veré en cosas ajenas
en la lejanía misma
-esa ruta desleal
que ha sido nuestro verdugo.

Estaré contigo hasta que el mundo 
se descomponga y muera;
volveré a sacar tus canas
y a dormir sobre tu panza
y reiremos juntos como enamorados
que nunca ven la caída.

Papá, cuando no tengas
una miga de razón
yo seré tu conciencia,
y cuando el hastío te consuma,
yo seré tu locura.

Cuando falte la diatriba
o una plática chistosa que dure horas
y horas,
no te olvides que existe
quien aún lleva tu progenie:
la soledad,
el sol.

Papá, nadie te ama
como puedo amarte yo.

-"Papá" (2004).






domingo, 20 de octubre de 2013

Espera del milagro


Espera del milagro. Igualmente de niña, cuando caminaba dichosa, segura de que me seguía una presencia protectora, divina. Cuántas veces le ofrecí la ocasión de manifestarse... Me detenía con los ojos cerrados: "Va a suceder, háblame, está por suceder, háblame...".

Y ahora. Llueve y lo espero y tal vez no venga y lo amo.






Texto: Diarios. Alejandra Pizarnik

sábado, 19 de octubre de 2013

Honduras: golpe y pluma



El pasado 9 de octubre en el Museo "Casa Morazán" se presentó la antología Honduras: golpe y pluma (Siguanaba Editorial), que reúne la poesía de cuarenta y siete mujeres. Lety Elvir fue la encargada de la edición y de la selección de autoras. Todos los poemas, ciento diecinueve en total, surgieron a partir del golpe de Estado de 2009. Es un libro de poesía resistente. 

No hay un rango generacional en el libro: autoras ya con una trayectoria de peso como Rebeca Becerra, Amanda Castro (†), Jessica Isla y Mayra Oyuela fueron incluidas, al igual que nuevas voces como Karen Valladares, Evelyn Torres, Carolina Torres, Sara Tomé y Heidy Alachán. Aquí les comparto los poemas de mi autoría que fueron incluidos en el libro, más adelante cuando lo lea por completo espero compartir una de selección del resto de las autoras. 



Una foto mía en una de las lecturas que se realizaron, para pecar un poco con el ego, jeje.
Fotografía de Lourdes Soto




(En el futuro...)

En el futuro
si esta guerra no termina
seguiremos leyendo marxismo aunque no esté de moda.
Quizá nos convirtamos
en un montón de viejas torpes
que proyecten su amargura en el café de la tarde.
Si logramos ver
la última flor con vida
y perdamos por completo la cordura
o al contrario abracemos
el cenit de la dicha
convulsas, contemplando un último sol tibio
un último gramo de aire limpio
una última sonrisa en algún niño.

Por ahora, aquí estamos.
En el fondo del espanto
donde el cultivo de lo insólito
es el pan de cada día.
Donde, en su desorden, las luces
de la ciudad parecen
inválidas estrellas que no supieron volar.
Donde la sangre y las metrallas
son piezas de decorado público.
Donde el que calla, por miedo,
se encierra en un limbo de su propia construcción
y aquel que no lo hace
engruesa la lista de mártires en el periódico.

Por ahora, así estamos.
Viviendo con una abrumadora normalidad anormal
la crudeza de muerte
en este país triste
en esta ruta invisible

en lo hondo,
Honduras.


Memoria

Los matorrales aun
guardan olor a ceniza.

Se siente el agua gotear
desde un cielo estampado:
no sabemos si es sangre, lluvia ácida o gritos
amarrados al semen de tarántulas verdes.

Hordas que se confunden
con toda la basura.
Ráfagas que ya no duelen
o duelen demasiado:
nos ensartan con furia esta escena perpetua
de guadañas rampantes.

...lentamente clavamos nuestros ojos al fango,
al abismo del suelo:
Arte del avestruz.

Sus golpes solo sacuden el fuego que nos calcina
golpes que arrinconaron la luz bajo sus corazas,
golpes, con el poder de la muerte legislando
golpes que despertaron del sueño a la Memoria.

Y no dormiremos más
hasta rearmar los pedazos
por cada día con hambre,
por quienes antes soñaron y hoy tiñen los matorrales
el pueblo que un día fuimos...

Los que siempre estarán
en ninguna parte.


Utopía o muerte 

“Lucho 
porque sé 
que algún día 
el más grande crimen 
será pisar una flor.”  
Julio San Francisco 

Conozco la forma de tu silueta desde la sombra misma,
desde el volcán y el nido,
desde el bosque recóndito en tu propia mente;
te conozco
y hoy puedo jurar, compañera,
que esta trinchera que fundamos
no bajará su guardia frente a los truenos;
ni caerá ante la barbarie
este amor no profesado.

Quizás te vea o no te vea nunca,
quizás te mueras o muera en la lucha
pero la flor seguirá brillando
abierta a un nuevo norte
y las palomas volverán al parque
como vuelven a los prados
y al monte verde y escarpado.


que tras las paredes cercadas
y las líneas fronterizas
se halla esa libertad, lejana de las sombras.
Sé que amaré de nuevo este azul
que hoy me sabe a destierro
y que brillará un día el sol
como la Patria socialista.

Se predicará en las calles
el evangelio de la liberación,
mientras crezcan en los campos
los niños como granos de maíz.
Se cantarán los himnos,
quedará atrás el dialecto de la melancolía.
Se olvidarán los dioses rindiendo culto al humano,
mujeres y hombres
haremos el amor los jueves y domingos,
religiosamente,
como conejos desnudos en los prados de Palmerola.

Amiga, sé
que no estarás conmigo
que no seré la llovizna que madure tus frutos
que no caminarás de mi mano por ese puente colgante,
ni ese río dará un paisaje
para el canto nuestro.
Sin embargo, prometo
que el triunfo del maíz y el pan se expandirá contigo
que te alzaré como a mi bandera,
tatuado estará tu influjo
en la sangre
de mil poemas heridos
por sagaces dictaduras,
rotos en los charcos de las bocacalles
y en los abrazos húmedos
por las chispeantes estrellas de un cielo sin smog.

Como un ejército hinchado de alegría
caminaremos
sobre espejos que proyecten la luz y la reflejen,
cuando muera la mentira, la traición, el mito,
y renazcan los imprescindibles,
en el instinto que nos unió
bajo tu afán,
mi guerrillera.

Con o sin sol, te pensaremos,
llevará el aire a tu puerta
el gorjeo de mi boca en su llamado,
y sé, compañera,
que de un futuro sueño seremos abono,
que llegará el amor con su eterno reino
horadando sobre el delito y la porfía
y germinará la semilla de la esperanza
en la explosión de un universo virgen
renovado en la tierra
que, para entonces,
nos cubra.

viernes, 18 de octubre de 2013

La poesía de Tulio Galeas

Foto: Fabricio Estrada


Tulio Galeas*, a mi criterio, uno de los maeses de la poesía hondureña de vanguardia, se abrió campo durante la década del setenta. Junto a José Adán Castelar, Nelson Merren, José Luis Quesada, Marco Tulio Miró, Francisco Aquino y Carlos Ramírez, formó parte del grupo "La voz convocada" un proyecto literario hasta el momento irrepetible. Su poesía ofrece construcciones metafóricas líricas y profundas; es una metáfora bella en toda la extensión de la palabra. Recuerdo que años atrás, buscando en la biblioteca de la UPNFM el libro Perro contado de Alexis Ramírez, me encontré con Las razones, título con el que obtuvo en 1969 el Premio de Poesía "Juan Ramón Molina": un librito claro, polvoso y viejo, y me senté a hojearlo ahí mismo —era muy breve: solo quince poemas (el concurso, convocado cada año por la Escuela Superior del Prefesorado en ese tiempo, establecía un mínimo de trece poemas por libro participante)— y quedé fascinada.

La UNAH hace unos días le ofreció un merecidísimo homenaje al poeta, quien muy humildemente me regaló Cambio de alas, publicado en el 2010. Digo humildemente porque es así, un tipo tímido, callado, que pese a cargar y hacer honor al oficio de poeta no ha padecido nunca el complejo de vaca sagrada; más bien, es capaz de autonombrarse "poeta menor". Al leerlo reafirmé todas las conjeturas que tuve de su primer libro: Tulio Galeas es, sin duda alguna, uno de los nombres más representativos de la poesía total (usando sus formas) del país. Su producción literaria —como la de los grandes maestros— no es extensa. Pero en esos dos libros únicos cabe todo, un lirismo apuntalado con los sentires humanos más hondos: angustia existencial, un manejo excepcional del amor como símbolo poético, y compromiso social. Siempre he creído que lo que aquí se escribe por algunas manos es maravilloso y resulta triste saber que voces como la suya no llegan fácilmente a todo el mundo. Comparto una muestra seleccionada a mi gusto —y seguro le he fallado al dejar fuera piezas únicas, lo que debe animarles a conocerlo más— de sus dos libros publicados hasta ahora, confiando que aún nos queda Tulio Galeas para rato.


De Cambio de alas, 2010




Poeta menor

Soy la pequeña puerta, el desvarío
del invierno,
una cifra escondida
en el vientre infinito de los números,
el que escuchó la ingrata alegoría
del ruiseñor de Borges,
el que no tiene voz sino vacío,
el alimento oscuro del olvido,
el que esconde sus sueños
ante el acoso de la medianía,
el que sabe que el tiempo que le queda
es limitado y simple
y no le importa
entregar sus silencios a la hoguera.


A veces las palabras

A veces las palabras
lastiman a la música,
le costuran espinas en el lugar
más hondo del sonido,
le deforman la piel
y entran de lleno
con un puñal en el remordimiento.

Los oídos no saben si cerrarse o abrirse
ni separar la fruta de su cáscara,
simplemente la escuchan,
la dejan acercarse,
mezclar su intimidad 
y prostituirse.

Después dejan que viva
el producto final
de ese martirio.


Epitafios

Borren los epitafios,
no quiero que adelanten
su sentencia,
su aroma de camino desandado.

No quiero ver mi nombre encadenado
a unas pocas palabras,
a unas cifras inciertas.
No quiero nada con la muerte, temo
hasta decir su nombre, he padecido
insomnios por su culpa.
Su figura de cielo desgarbado
me acecha desde mi juventud
con promesas de luz y vida eterna.
Levanté una pared contra el acoso
de las formas comunes de la muerte,
contra la hipocresía de sus tentaciones.
Odio esos paraísos inventados,
la fantasía de morir por otros.
He sorteado las trampas de miseria
adonde quiso llevarme
y descubrí a tiempo su contagio, 
su relación estrecha con la noche.
Me sabe más amargo su café cada día,
sus rincones de luto,
su energía cautiva.

Prefiero mi humildad 
a la grandeza de su roce
y a sus trajes incómodos.
Viendo los epitafios
he perdido las ganas de morirme.
Como es inevitable
quiero morirme viejo,
alabado por todas mis arrugas
y tan lleno de vida que la muerte
piense en volver mañana.

Quiero morirme útil
rodeado por mis libros
con un olor
de vela consumida,
ignorado por los epitafios,
con un espacio limpio
donde alguien
perfume mi recuerdo
con sus rosas.


Rendición de cuentas

No tengo nada que exigir. La vida
es solo una mirada de la suerte,
una breve agonía, un simulacro
de la prisa, el bostezo
de un creador aburrido.
La ingenuidad nos hace creer
que en cada árbol hay frutos permanentes,
que con palabras se fabrican sueños,
que con juguetes se fabrican niños,
que la memoria es una piedra estable.
Somos restos de una guerra perdida,
la bandera de un país derrotado,
un hijo que se arroja a la basura,
una miga de pan que se resbala
de un banquete de nubes.

Nunca pedí venir y no sé si agradezco
este espacio de angustia,
el tiempo inexplicable
que le serví al dolor como experiencia.

Pude mirar un cielo que siempre será ajeno
y rozar el amor como quien toca
el lomo de una bestia desconfiada,
creer en la verdad sin comprobarla, 
aceptar los defectos
que solo por nacer traigo en la carne.

Fui siempre como un ciego
que regaló a la noche su fortuna.
No pido una indulgencia
ni la moneda oscura de un recuerdo
ni un apretado cinturón que evite
mi desaparición tras el impacto.

Soy la sombra
que nunca se acomoda a ningún cuerpo,
un pasajero hacia ninguna parte,
un murmullo que nunca llegará a ser palabra.
Nunca veré otra luz, ¿para qué quiero
repetir esta luz en otro ambiente?
Es mejor apagarla y abandonar la escena.

Cuando se acabe el tiempo
de vivir, le dejaré
todas mis pertenencias a la muerte.


En mi cuarto de estudio

Los olores de la noche
entran por la ventana.
La ventana es del tamaño de la noche,
la noche hace de la ventana
un sueño
que huye y abre nuevas
ventanas a la noche;
es una noche llena de ventanas
por donde entra y sale
siempre
el mismo hombre.


Arte poética

Como una inesperada visita
o hijo de la lucha
contra la tierra dura
de la página en blanco,
el poema amanece
aún húmedo de insomnios.

Fruto de árboles diferentes,
no sé hasta dónde es mío 
o es ajeno;
su propiedad es un derecho
que solo el aire puede reclamar.
Lancé mi red a ese naufragio de palabras
y el azar me devuelve
ese pétalo abierto
como un ojo al instante de su primera luz,
inevitable vida que se abre camino
igual que cualquier flor.


La otra luna

La luna se aleja de la tierra cada día
como una enamorada que resiste
todas las embestidas
y cierra poco a poco su ventana.

Un día su figura 
de fábula dorada
será un recuerdo incierto,
pájaro de otras nubes,
vaivén para otros mares.

Me invade la nostalgia
de los ojos futuros
que al no encontrar su nombre
en la agenda del cielo
escarbarán la tierra
buscando nuestros ojos
para poder mirarla.


Los niños en la calle

No son niños, son señales de luto
que la luna reparte,
piedras que usa el hombre contra el hombre,
gusanos que envenenan los pasteles,
cicatrices en las manos de Dios.

Viven los sobresaltos
de un animal en riesgo permanente.
¿Quién dice que son niños
si al nacer están llenos
de todas las vergüenzas de un adulto?

La vida los separa como ediciones falsas.
Son las pruebas fallidas, los trajes descartables,
las manchas del mantel, los defectos
que se esconden con pánico,
las arrugas del rostro de la calle.
¿Quién podrá regresarlos a su edad
y devolverlos a un planeta de niños?
No entran en el negocio del presente.

Ojalá que el futuro, aunque sea a pedradas,
lo conquisten los niños en la calle.


Desaparecidos

Los huesos son los únicos que dicen
que hubo un ser humano en ese espacio.
Los huesos son palabras que no duermen,
lámparas de un gas inagotable,
no hay muerte que los cubra.
Buscan una salida
a través de las bocas que reclaman justicia.

No habrá paz si no vuelven los ojos traicionados
a rescatar la luz que les robaron.
El olvido no cabe en estos huesos,
es necesario abrir a dentelladas todos los escondrijos.

No habrá paz hasta el día
en que todos los huesos enterrados
puedan contar su historia
y torcerles el nombre a los culpables.

Hasta entonces
echaremos a andar nuestros relojes.


Carta a mi madre

Han pasado los años y tu muerte
cada día es más firme. Se levanta
la niebla entre los dos. Amontonan recuerdos
las palabras.

Cada día es más hondo el pozo
donde fuiste 
a buscar cualquier cosa.
Han crecido tus nietos
y tu hijo menor es casi un viejo.

Las acacias levantan su frente en mi ventana
atisbando tu luz.
El barrio es diferente. Alguien
le extravió los perfumes a la brisa
y un edificio enorme
nos robó medio cielo.
Solo el mar y la lluvia son los mismos fantasmas
y con ellos aún vives tarareando promesas.

Esperando tocarte por azar o atraído
por ese amor que ni la muerte
pudo romper, he dejado mi sueño a la deriva.

Sentado en el brocal del pozo
te espero con todas mis velas encendidas.
Y no sé si ilumino tu regreso o preparo el camino
donde un día tendré que ir a buscarte.




De Las razones, 1970


La muerte pequeña

Vino la muerte un día y me dejó vacío.
Fue una muerte pequeña, fue un mensaje
de la muerte infinita, una gota tal vez, un hilo apenas…
en mi perfil se recostó su estrella,
medio metro de sombra se enroscó en mi cintura.

Pero borró mis huellas primitivas
y la mañana azul de mi palabra niña.
Yo me quedé ante el mundo como un recién nacido.
Se arrodilló mi corazón de pronto,
y me miré las manos, y tenía
un puñado de tierra hecho destino.


Un día llegarás

Un día llegarás, y contigo el reclamo
de siglos que pasaron acechando mis ruidos
detrás de la semilla y del hambre nocturna.
Vendrá el sabor sin publicar el hábito
rodeado de tibieza, la mañana
que me perdió, las rosas
apenas defendidas por suspiros.

Todo vendrá contigo. No sabré contenerme,
ni tocarme, ni herirme.
Como una casa nueva
se encenderá mi corazón, y el llanto
morderá mis orgullos, mi estación decadente.

Será justo que llames.

Pero ahora, descansa.
No levantes tus ojos de fantasma
intranquilo, tu cerebro sin sexo,
tus atisbos de luz, no martirices
la escalera del sueño, no persigas
el peso de mi nombre. Espera.
Un día serás recompensado.


El enigma

Y en pos del amor, de las costuras
del amor, le crecieron
las esperas y el tedio.

Pasó con su fatiga, con su color
de vuelo, su número
olvidado.

Apenas lo miraron las alas
que agitaban
su desnudez al cielo,
y acaso los chirridos
que salían golpeando
la pereza del alba.

Una tarde la sangre
se le aburrió. Llamaron
desde atrás,
desde el suelo.

Entonces, se detuvo.
Se tocó
largamente
para reconocerse,
y se sintió
de pronto, tan ajeno,
tan de otro,
que amó por fin
al ser que lo habitaba.


Las razones

Desde el silencio vine. Yo traía,
un sol, un cielo joven,
un extraño sabor de bosque que crecía,
de tierra que germina,
un sonido de mar embotellado,
de energía aplastada como un tigre entre redes,
de lluvia que se acerca paso a paso en la noche
hasta no ser sino un soplo aburrido.
Solo quería ver lo que llamaban
territorio y poesía, vida plena.

Llegué aquí. Las espinas
se enamoraron de mis pies desnudos,
los hierros me lamieron las manos y las sienes.
Me enseñaron las tardes ocultas, los talleres
donde el hombre comprime su almacén de pecados;
trepé hasta los sudores,
bajé hasta las ternuras más hurañas,
hasta los manantiales sepultados, hasta el fuego
que oculta su desnudez y su hambre
de madera y rosales.
Me vi de pronto inmensamente triste,
respirando y comiendo, encadenado
a los deudos del día, al equilibrio
de la muerte y la sangre, caminando
a un ritmo de sollozo.
Ya no pude volverme hacia la niebla,
y un caserón de huesos contenía
mis fiebres inconclusas,
mi violencia de párpados hundidos,
de ruidos que se aplastan,
de música que ahoga su temblor en el pecho.
Ya no pude volverme y tuve miedo,
miedo del viejo tren que detenía
su marcha tenebrosa
en una esquina turbia donde todo está frío,
miedo del largo viento de la noche
que pasaba
desbaratando rostros y creando tempestades.


Primero es el dolor

Primero es el dolor como una espada
que desde el fondo del alma corta y brilla.
Es un mundo agitado que mete el pie y respira,
es el hombre atrapado entre siglos de espera,
es el hombre sepulto bajo un cielo violento
de fibras distendidas,
llevado como un buzo dormido por un mar
taciturno, que se extravió del llanto.

Es un grito apretándose contra la piel, hiriendo
el silencio de un túnel sudoroso y convulso,
creciendo entre tinieblas como una flor nocturna.

Desde su cárcel, solo,
con su pequeño corazón metido
en las rendijas de la medianoche,
en la incierta ribera de un sueño que termina,
desde su dependencia que se rompe:
el hombre se desliza, se precipita, lanza
sus huesos dulces y su angustia nueva,
su derecho a ser parte de un sol, de un no cualquiera,
pide aire, pide boca, pide techo y hoguera,
golpea las costuras, las ventanas del puño,
y es un lamento ahogado como de viejos muertos
que estremecen el eje mineral de la tierra.

Es algo que se siente crecer, es como el ruido
de una guerra que se hace gota a gota en las noches.
Es un dolor que desde el lado de la muerte choca
buscando un hueco, una escalera, un hilo,
un corredor que escape de la muerte,
una llave que rompa la corteza rugosa
y ácida que lo envuelve, es el ronco
hervor de un pecho asmático,
es el semen poblado de órganos y pelos,
golpeando desde el frío, haciendo a dentelladas
su pasión libertaria,
es un llanto enjaulado dentro de un ojo ciego
que tiene hambre de estrellas y ambición de caminos.

Ya no hay curva capaz de contenerlo,
nos invade el sollozo de agrietadas paredes
y de uñas que atenazan el filo de la tierra.

Se tocan los rugidos, la sed que se avecina,
los grandes manotazos y las ramas
que asaltan el mantel azorado,
los pies de azul maligno que desgarran y llenan
de palidez y miedo
los muros de la vida.


Tregua

En el amor total quiero asilarme
toda la noche, como un fugitivo
de la espesa república del tedio;
en el amor mis oídos perseguidos
quieren santificarse.

En el amor entero quiero hundirme,
con mi dolor que pesa como un motor cansado,
con mi vegetación de soledades,
con mis pañuelos y mis cartas viejas
que saben a bandera arrinconada.
En el amor quiero pertenecerme,
con la misma pasión que los ahogados tienen para la sed
y el que murió peleando por la olvidada cama;
toda la noche quiero morirme
en tus abusos, en tu rojo extraviado,

quiero debilitarme,
llenarme el puño con tu horrible usura,
provocar tu guitarra vengativa,
arrugarte la angustia hasta que llores,

quiero mancharme, amor, que me bendigas
en tu templo maldito, donde el dolor
es una espada amable
y la agonía huele a casa nueva,

de donde vengas, amor, y a donde vayas,
seas un huracán amaestrado
o una calle sucia, abandonada,
porque ya no hay espacio donde poner los pies;

el rostro de una niña
donde el deseo aún no ha meditado,
un papel amarillo nunca escrito,
una rosa apretada hasta la espina,
una tarde mestiza, un sol sin tierra,

o lo que sea al fin pero que me ame
toda esta larga noche
hasta que el mundo
con su parto de luz nos despedace.





(*) Tulio Galeas (La Ceiba, 1944). Poeta y médico hondureño. Autor de Las razones (1970) y Cambio de alas (2010).