martes, 5 de noviembre de 2013

Continuación del análisis discursivo de Ramón Hernández



Héctor M. Leyva (*)


El lingüista Ramón Hernández ha compartido un análisis de la frase “yo voy a hacer lo que tenga que hacer” del candidato presidencial Juan Orlando Hernández para hacer ver el autoritarismo personalista y las amenazas veladas contra el proceso electoral que puede haber en dicha frase. A ese análisis es posible añadir elementos que refuerzan y amplían algunas de las observaciones.

En primer lugar me parece que la frase correcta incluye una preposición antes del primer verbo: en lugar de “yo voy hacer” debería ser “yo voy a hacer” que es la forma que adopta esta perífrasis de futuro en el habla de los hondureños que evitan la forma más económica de decir simplemente “haré”. Esta preposición no puede reconocerse en la pronunciación del candidato –como puede corroborarse escuchando alguno de los spots publicitarios (1)–, lo cual puede responder a la asimilación de esa preposición con la vocal del verbo (“voy- a ha-cer”). Todo sea dicho por apego estricto a la frase sin que esto quiera excusar tampoco al candidato que estaría faltando a la gramática culta y a los usos populares como es el caso de esta perífrasis. 

En segundo lugar, es importante notar que en la frase hay una serie de selecciones (de pronombre, de verbos, y de estructura sintáctica) que dicen mucho por el solo hecho de no haberse elegido otras de las opciones posibles. Así el uso del pronombre personal en primera persona (yo) indica que se desconsideró el plural (nosotros) como suele ser frecuente en los discursos políticos en los que los candidatos asumen que representan a una colectividad. Al escoger “yo” el candidato personaliza el poder en sí mismo y con ello construye lo que podría llamarse un voluntarismo mesiánico. No es el partido sino él (un individuo con cualidades excepcionales), el que ha llegado para salvar a la nación. Afirmación a todas luces falaz como nos demuestran las ciencias sociales en el sentido de que los problemas actuales de las sociedades son tan complejos y extensos que se requiere de amplias movilizaciones y consensos para resolverlos. La figura de un individuo que pueda salvar a una nación es simplemente una mentira.

La elección del verbo “tener” es muy significativa desde el punto de vista ético y jurídico porque en su lugar el candidato pudo escoger “deber”. El candidato pudo decir “yo voy a hacer lo que deba hacer” pero entonces la frase habría perdido su fuerza voluntarista porque habría supuesto que el individuo se limitaría a llevar a la práctica lo que fuera una obligación de todo ciudadano o que tomaría las medidas que los problemas estarían demandando, con lo cual el yo (la voluntad soberana del individuo) se habría visto disminuida. Obsérvese que hacer lo que uno debe, supone someterse a la norma, a la moral, a la costumbre y replegar la propia voluntad y los propios deseos. Cuando el candidato dice que hará lo que tenga que hacer, implícitamente nos está diciendo que no hará aquello a lo que está obligado sino aquello que su soberana voluntad le demande: no lo que la sociedad pudiera requerir sino lo que él necesite. No es extraño que el candidato sea calificado popularmente de “niño malcriado” aludiendo a ese carácter caprichoso de los niños que siempre quieren que se haga lo que ellos quieren.

Cierto que la frase también podría interpretarse con el sentido de que el candidato se está comprometiendo a hacer lo que se esperaría que hiciera (por ejemplo reprimir la delincuencia): “haré lo que ustedes esperan que yo haga”, pero si ese fuera el caso las implicaciones podrían ser incluso más graves porque igual se estarían desconociendo las obligaciones éticas y legales. Hacer lo que se tiene que hacer no es lo mismo que hacer lo que se debe hacer. Mucha gente (muchos electores) podrían estar demandando actuaciones reprobables o ilícitas con tal de encontrar satisfacción a sus demandas (no solo reprimir la delincuencia sino ganar las elecciones a toda costa, por ejemplo), con lo cual la afirmación estaría dándole un valor positivo a la violación de la moral y las leyes.

Finalmente, puede considerarse la construcción sintáctica que se distingue por una circularidad tautológica que envuelve la afirmación en una completa ambigüedad. ¿Qué es lo que nos dice el candidato que va a hacer? Nos dice que va a hacer lo que tiene que hacer pero entonces no nos ha dicho lo que va a hacer. El primer hacer remite al segundo hacer. Aparentemente no dice nada (lo que se asocia con la vacuidad característica de los discursos políticos demagógicos) pero como se sabe, cuando nada decimos también estamos diciendo todo. Quizás fuera este el ángulo más peligroso de la frase porque estaría implicando que el candidato está dispuesto a hacer todo lo que haga falta, todas las acciones posibles, cualquiera de ellas con tal de prevalecer. La frase sería la invocación y la afirmación de un poder absoluto que violenta por completo el orden jurídico y las costumbres de las sociedades democráticas y del Estado de derecho. 

Como puede apreciarse el candidato con esta frase está invocando una forma de ejercicio del poder tiránica que parece retrotraer la sociedad a sus peores épocas de dictadura. Lo que más sorprende y llama la atención, sin embargo, puede que no se encuentre en la frase misma ni en las intenciones del candidato sino en los aplausos, en el que un sector importante del electorado y de la sociedad, esté dispuesto a apoyar actitudes, talantes y proyectos políticos de esta naturaleza. Es decir, que lo curioso es que el autoritarismo se encuentre en la médula de los huesos de multitudes de personas en la sociedad.


(1) Ver el video “Juan Orlando Policia Militar” en Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=Gh-TiaKQaKY)


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(*) Escritor, ensayista e investigador hondureño. Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Literatura en la UNAH.

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