lunes, 15 de junio de 2009

Poemas de Felipe Sáenz

Algo de poesía panfletaria:


No. 20

Te darás cuenta
ya por último
que revolución sexual
y revolución social
vienen siendo las mismas pendejadas.


He aprendido

He aprendido
a lanzar la palabra
más fuerte que este invierno,
copiosamente
como un diluvio de lágrimas
interminables.

He aprendido
-con la serenidad y la mirada fija,
acechante y recia-
a medir largamente la piel
a sentir su inconfundible
y penetrante olor a vida.

He aprendido
a buscar los pasos
confundidos en la arena
y al llegar a la orilla del mar
los he encontrado:
sólo pequeñas huellas
del pie derecho
(y del izquierdo)
pisoteadas por las gaviotas
que precisamente habían hecho
su nido en este sitio.

He aprendido
a balbucear las primeras letras
a pintar señales con los dedos
y a jincar el aire.
Sin embargo recalco,
he aprendido
y es necesario seguir aprendiendo
a luchar todos los días
a sentir la rabia de los caídos
a disparar y estar seguro
que el enemigo se encuentra
agazapado
al otro lado
y que no cesará
de morder esta vida
terriblemente exagerada de pájaros.


Arte turba - Poética

Es levantarse con las manos vacías
y sentir el hambre extrañamente
confundida.
Es lanzar la palabra
al otro lado de la piel
al otro lado de la lengua,
al suelo.

Es sentir el agrio sudor
de los obreros
en los buses atestados de gente.
Es gritar: Pija!!!
Culo!!!
Mico!!!

Es comer gallo pinto
en la fritanguería más palmada del pueblo.
Es la poesía viviente,
atónita
asombrosamente real.
Que incomode terriblemente
a los que se han posesionado de ella,
a los subestimadores
de los nuevos iniciados.

Es estar plenamente seguro
que la poesía
no es, ni será nunca
una receta culinaria burguesa.

(Ruego a las santas ramas que Espinal nunca llegue a este sitio XD)


No. 25


Aprendemos en esta guerra
que la soledad de los disparos
y la muerte
siempre nos acompañan.


Muchacha

Muchacha, cuando duermas
y en tu almohada
escondas las manos
que tocaron mis manos;
sueña,
que la guerra del pan y la leche
buscará tus manos.
Entonces, quizás despiertes
con alguna furia de esperanza.


Granada K.M. 25

Lancemos este canto sonoro
y en fragmento de hambre
y de miseria
asaltemos la aurora de la guerra.

(Sí, todos los títulos son así jaja)
Fusil

El grito de una boca.
El grito de un niño

...que resuena,
en el espeso humo de la guerra.


La última guerra


Ustedes, que en esta guerra
no hicieron nada por el pueblo
y alzaron el puñal
a la altura de nuestros ojos.
Que vieron en la noche
un mar de sangre
y de huesos
y seguros abrazaron la mano del tirano.

Ustedes, pobres animales
domados por el miedo,
que no alcanzaron el canto verdadero
de estos nuevos días
y que no se sabe
qué se hicieron sus nombres.

Ustedes que sonrieron
al hambre de sus hijos
y que infelices
nunca encontraron
el verdadero camino
de los hombres.

Ustedes, entretenidos en el olvido,
hermanos asesinos,
soldados del engaño.

Ustedes no volverán.
Se los aseguramos
llorosos de alegría
a 20 años
a 40 años
a 80 años
de nuestra victoria
a florecer en estos campos.
Porque este es el último cementerio
de sus generaciones.


No. 15

Odio la guerra del amor
porque se justifica científicamente
y tiene sentido
cada disparo
y cada muerto.

domingo, 7 de junio de 2009

Nota-espejo para hoy

"Los pájaros aletean y se agitan en mi ventana. En su mayor parte se trata del gorrión común, la gallina doméstica. No importa. Cuando no estoy enferma de desesperación, estoy muy excitada.
Pregunto, ¿cuándo vuelves? ¿cuándo dejaré de escribirte? Nuestros planes para las vacaciones vuelven a estar sobre el tapete. Sólo Dios sabe cuándo saldremos, pero no quiero estar revoloteando por la Provenza cuando estés aquí.
Sí, queridísima Vita, te echo de menos. Pienso en ti. Tengo millones de cosas, no tanto para decirte como ahogarte en ellas."


Virginia Woolf

(Diario íntimo, 15 de septiembre, 1926)


viernes, 5 de junio de 2009

Entrevista a Silvio Rodríguez

De chico quería ser astrónomo o astronauta, pero sus canciones lo llevaron a ser el músico más identificado en el mundo con la Revolución Cubana. En 1978, Silvio Rodríguez viajó por primera vez a Estados Unidos para actuar junto al músico Pete Seeger. Este 5 de mayo, Seeger cumplía noventa y Rodríguez fue invitado a participar de la celebración, pero el gobierno de Estados Unidos no le concedió la visa y no pudo viajar. Mientras termina de grabar su nuevo disco, el músico aceptó dialogar con Crítica de la Argentina sobre este y otros temas.

–¿Qué sucedió?

–Fui invitado por la familia de Seeger a un homenaje. Pedimos una visa especial que Estados Unidos da para acontecimientos culturales, pero no llegó nunca.

–Si, en vez de pedir la visa, se hubiera lanzado al mar en una balsa, ¿lo habrían dejado entrar?

–No sólo me hubieran dejado entrar, ¡me hubieran exhibido como trofeo!

–¿Cómo funciona el sistema migratorio para los cubanos?

–Según la “ley de ajuste cubano”, los emigrantes ilegales cubanos interceptados en el mar son devueltos a Cuba, pero los que logran pisar tierra adquieren el derecho a la residencia. Somos el único país al que se le aplica esta ley. Es un concurso macabro que les ha costado la vida a muchos.

–¿Y a los cubanos que quieren salir de Cuba, los dejan?

–Para salir o entrar, hace falta un permiso especial del gobierno. Es una medida que se tomó a principios de la Revolución, como control de fronteras. En mi criterio es obsoleta, daña mucho a Cuba y debería ser eliminada.

–¿Por qué Hilda Molina no puede viajar a Buenos Aires?

–No lo sé. Si fuera por mí, hace mucho que estaría donde desea.

–Obama habló de un diálogo con Cuba. ¿Cree que es posible?

–Sé de la disposición de diálogo del gobierno cubano y de las manifestaciones presuntamente conciliatorias de Obama. Si hubiera un diálogo, debería ser respetuoso y en condiciones de igualdad. Cuba es un símbolo de dignidad y América Latina le está haciendo ver a Estados Unidos su disconformidad con el bloqueo.

–¿Cuáles son las consecuencias del bloqueo?

–El estrangulamiento del comercio y de la economía, la pérdida de miles de millones de dólares, no poder hacer transacciones con bancos que tengan relaciones con Estados Unidos. Nos niegan los créditos y el acceso a la tecnología. No podemos comprar equipos médicos, computadoras y ni siquiera micrófonos. Nos borraron hasta de los mapas de las líneas aéreas. Esta hostilidad lleva medio siglo y todavía dicen que lo hacen para ayudar al pueblo.

–¿Qué pasaría si Obama levantara el bloqueo?

–Cuba no sólo es lo que ha elegido, también lo que ha podido, con la enemistad de un poder exterior grande y cercano. Pero hay un punto en el que acordamos: Cuba debe cambiar, evolucionar. Lo dice la dirección de la Revolución, lo dice Obama, lo dice el pueblo y también la oposición. Lo único que generará ese cambio con rapidez es el levantamiento incondicional del bloqueo. Lo que ocurra será lo que merecemos los cubanos por ser como somos y no porque nos lo imponen.

–Estados Unidos habla de “democratizar” Cuba. ¿Sería más democrática con otros partidos?

–Democracia es el gobierno del pueblo, pero el pluripartidismo no garantiza per se que los pueblos se gobiernen. Sobran ejemplos de países con varios partidos y que ninguno defiende las razones populares: mandan los políticos comprometidos con las oligarquías. ¿Cómo se identifica la democracia con la defensa de los intereses de los ricos? Haciéndoles creer a los pobres que un día van a ser ricos. Lo que hace falta es más voluntad de hacer justicia.

–Vi más oposición y reclamos entre los jóvenes. Los mayores parecían estar mucho más identificados con la Revolución. ¿Es así?

–El trastrueque de llamar reaccionaria a la izquierda y progresista a la derecha empezó en el sindicato Solidaridad y la Perestroika; el derrumbe del muro de Berlín lo canonizó. Es lo que el consorcio ideológico capitalista escupe vía satélite y Occidente mitifica como “políticamente correcto”. Los movimientos de liberación ahora son “terroristas” y los que derribaron un avión comercial son “combatientes anticastristas”. A los jóvenes les tocó una época en que algunos principios fueron cambiados de bando. Los vencedores renombran el mundo a través de sus medios. Hay muchos jóvenes que creen en los fundamentos revolucionarios y saben que el socialismo es más justo. Sin embargo, el mundo es diferente del de aquellos jóvenes que emprendieron la Revolución. Hablemos de internet: no se puede decir que sea mala porque haya páginas en contra del gobierno. De otros socialismos aprendimos que el autoaislamiento es un falso remedio destinado al fracaso. Por desigual que sea, Cuba debe asumir la confrontación. Que la gente alquile señales de satélite y vea los canales. Enfrentar eso con realismo nos puede preparar para cuando no exista el bloqueo. Si la política para el acceso a la información es acertada, los jóvenes estarán orgullosos de su país.

–Un cubano que vive en Buenos Aires me decía que reconocía los logros, pero lo sofocaba el discurso único: “Pongo la televisión y está Fidel. Y en la radio, ¡basta de Silvio!”. ¿Qué le respondería?

–Que sus palabras las provocó una Cuba pasada. Hace tiempo que Fidel sólo se pronuncia por escrito. En los 80, decían: “Silvio primero estuvo prohibido y ahora es obligatorio”. Pero hoy me ponen poco. No me quejo, prefiero estar prohibido: te quieren más.

–En el centro de La Habana vi una gigantografía con la cifra de niños que mueren cada año en el mundo por desnutrición, y decía: “Ninguno es cubano”. ¿Cree que los más jóvenes saben que afuera las cosas son diferentes?

–José Ingenieros escribió hace un siglo: “Joven es el que no tiene complicidad con el pasado”. Es natural que los jóvenes exijan a partir de lo que tienen. Y es un deber de la sociedad contarles a las nuevas generaciones la historia y decirles cómo es el mundo.

–Usted empezó a militar con apenas 14 años, en las campañas de alfabetización. ¿Cómo fue eso?

–Hacerme hombre en las circunstancias extraordinarias de la Revolución fue una gran oportunidad para tener una juventud interesante. ¿Dónde más podía ser parte de una generación que postergó sus estudios para alfabetizar? El tiempo que pasé con los pescadores de la Flota Cubana de Pesca y las dos veces que fui a Angola durante la guerra fueron también experiencias muy especiales.

–Usted es identificado en el mundo como el músico de la Revolución. ¿No es una carga, a veces?

–Es una carga si me asalta la vanidad y me dejo picar por el bicho pequeñoburgués de creerme más allá de todo. Pero la mayoría de las veces no y, aunque me duela, asumo que mi karma es la interrogación política. El trovador que he sido siente celos del entrevistado que seré y quizá por eso compongo menos.

–¿Cómo conoció a Fidel?

–Oí hablar de él por primera vez en 1953, cuando asaltó el cuartel Moncada al frente de otros jóvenes. Lo conocí en 1984, después del primer viaje que hicimos a la Argentina.

–¿Y cómo es, más allá del personaje?

–Es un hombre muy cordial, aunque a mí siempre me impresionó. Por eso he sido parco en su presencia. La última vez que lo vi, me tocó la frente y dijo: “Cuánto me gustaría saber lo que pasa por ahí dentro”. Semejante expresión no me soltó la lengua. Siempre lo he visto como la figura histórica que es y, en las pocas ocasiones que estuvimos cerca, no he logrado obviar su trascendencia. Puede ser que por eso me lo haya perdido un tanto.

–¿Cómo están la economía y los salarios en Cuba, luego del “período especial”?

–Ha mejorado el transporte, los apagones casi no ocurren, hay más canales de televisión, pero los tres ciclones del año pasado nos hicieron mucho daño. Los salarios son bajos y no alcanzan, aunque al sueldo hay que sumarle la total gratuidad de la salud y la educación, y el casi regalo de la cultura, los libros, los deportes. A todas las familias se les entrega, a precios muy bajos, una parte de la canasta básica. Sin embargo, habría que revisar medidas que en su momento fueron buenas y hoy son insuficientes, teniendo en cuenta lo pobres que somos y lo limitados que estamos.

–¿Cuál es el límite entre habilitar una mayor iniciativa privada y correr el riesgo de volver a una sociedad desigual e injusta?

–Esa pregunta es para Dios. Algunos socialismos se pudrieron buscando justamente esa frontera. Yo creo que la perspectiva que no se puede perder es que el gobierno esté junto a los más necesitados.

–Usted debe de generar mucho dinero con sus canciones. ¿Cuánto es para usted y cuánto es para el Estado?

–Yo empecé sin saber que podía ganar dinero en un concierto. El que mejor me lo pagaron, en los años de mayor auge, fue el de Chile con Irakere en 1990. Era una cantidad que no habíamos visto ni en sueños y con Chucho Valdés decidimos destinarla a la construcción de estudios de grabación, que hacían falta en Cuba. La música popular es un negocio sobredimensionado y puedes ganar mucho. Pero hace años que apenas hago giras comerciales y hace tres que no saco un disco. Nunca recibí grandes liquidaciones.

–¿Cuándo se dio cuenta de que la música y la poesía iban a ser su vida?

–En mi adolescencia me interesaba ser dibujante de historietas, pero mis amigos y mi familia me hicieron ver que lo que componía podía interesar. Un día, cuando estaba por salir del servicio militar, conocí a Mario Romeu, un gran músico cubano que me llevó a la televisión.

–¿Recuerda cuáles fueron su primera canción y su primera guitarra?

–Mi primera canción fue a capela y se llamaba “El rock de los fantasmas”. La primera guitarra que tuve entre manos fue la de Lázaro Fundora, un compañero de trabajo, cuando yo tenía quince años.

–¿Qué músicos fueron los que más lo influenciaron?

–Por mi familia materna, cantadora de la trova tradicional, escuché desde la cuna a Sindo Garay, Manuel Corona y Miguel Matamoros. En los años cincuenta, Elvis Presley sonó mucho en La Habana, aunque me gustaban más las baladas de Johnny Mathis. De mi adolescencia recuerdo al grupo Los Astros de Raúl Gómez, El cuarteto de Meme Solís, Danny Puga, Luisito Bravo. De la Argentina, a Los Cinco Latinos, y de Europa, a Charles Aznavour. Pero creo que lo que más me ha influenciado es la música clásica. Desde niño, es lo que más escucho.

–¿Por qué se define como trovador, y no como músico o cantante?

–Trova es la música cantada que primero me llegó, hecha por los autores más afines a la manera de entender la canción que yo tuve, que no descuidaba lo literario. También preferí llamarme así por una razón de clase: en los años sesenta, los trovadores eran los músicos más devotos y peor pagados.

–Cuarenta años después de la Nueva Trova, ¿hay una “nueva” trova joven en Cuba?

–Cada vez que averiguo, descubro gente nueva y valiosa. El Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, de La Habana Vieja, les ha dado un patio para que canten y ha grabado sus conciertos. Su colección de discos “A guitarra limpia” es un documento imprescindible para saber cómo piensa y canta la trova cubana de hoy.

–¿Le gusta Celia Cruz?

–No hay cubano con sentido del oído que no la haya escuchado con admiración.

–Usted le escribió varias canciones al Che. ¿Cuál le gusta más?

–La primera que le hice: “La era está pariendo un corazón”.

–En “El reino de todavía” canta que “nadie sabe qué cosa es el comunismo”. ¿Qué es el comunismo?

–Yo creo que el comunismo es el deseo de construir un mundo mejor para las mayorías que han llevado el peso de las sociedades. Supongo que, una vez conseguido el paraíso, habrá que rehacerlo, porque –por lo circunstancial de nuestras acciones o la inconformidad de la naturaleza humana– la vida suele tirar hacia delante.

–¿Está grabando un nuevo disco?

–Sí, se llama Segunda cita. Lo concebí para trío acústico. Por eso participan tres magníficos jazzistas: Roberto Carcassés en el piano, Feliciano Arango en el contrabajo y Oliver Valdés en la batería. Niurka González aporta flauta y clarinete. También invitamos a algunos metales y el tema titular lleva cuerdas. Hay una “Carta a Violeta Parra”, una canción inspirada en un cuento que me hizo García Márquez y otra dedicada a Charles Lloyd. En esta última toca el saxofón José Carlos Acosta, que hace un solo breve pero impresionante. Varios textos tienen que ver con las inquietudes de la Cuba actual. En principio incluí una canción basada en un bello poema de Víctor Heredia, pero ahora me lo estoy guardando para un trabajo futuro con otros autores.

–Al principio de la Revolución, hubo persecuciones contra los homosexuales. ¿Por qué fue posible aquello mientras se proponía, justamente, acabar con la opresión?

–Por ignorancia, machismo, prejuicios heredados. Es más fácil cambiar un sistema político que una cultura ancestral. Tiene que ocurrir mucha educación humanística y sucederse generaciones para que tanta mugre incrustada se diluya. Con el asunto racial sucede parecido.

–¿Qué opina usted sobre la propuesta de Mariela Castro de legalizar el matrimonio gay en Cuba?

–Me parece correcta. Hace justicia.

–Usted, que ha dedicado tantas canciones a tantas causas justas, ¿escribiría una para los gays y lesbianas que luchan contra la discriminación?

–Quizás algún día lo consiga. Escribí dos canciones sobre la homosexualidad, pero no quedé conforme con ninguna. También compuse “El sol no da de beber”, que aunque no tuvo esa motivación ha sido interpretada por ahí. Sabiendo eso, en ocasiones la he presentado con ambigüedad. Creo que no la traiciono, porque la provocó un amor que, como el de algunos homosexuales, tenía que esconderse para sentirse realizado.