sábado, 19 de octubre de 2013

Honduras: golpe y pluma



El pasado 9 de octubre en el Museo "Casa Morazán" se presentó la antología Honduras: golpe y pluma (Siguanaba Editorial), que reúne la poesía de cuarenta y siete mujeres. Lety Elvir fue la encargada de la edición y de la selección de autoras. Todos los poemas, ciento diecinueve en total, surgieron a partir del golpe de Estado de 2009. Es un libro de poesía resistente. 

No hay un rango generacional en el libro: autoras ya con una trayectoria de peso como Rebeca Becerra, Amanda Castro (†), Jessica Isla y Mayra Oyuela fueron incluidas, al igual que nuevas voces como Karen Valladares, Evelyn Torres, Carolina Torres, Sara Tomé y Heidy Alachán. Aquí les comparto los poemas de mi autoría que fueron incluidos en el libro, más adelante cuando lo lea por completo espero compartir una de selección del resto de las autoras. 



Una foto mía en una de las lecturas que se realizaron, para pecar un poco con el ego, jeje.
Fotografía de Lourdes Soto




(En el futuro...)

En el futuro
si esta guerra no termina
seguiremos leyendo marxismo aunque no esté de moda.
Quizá nos convirtamos
en un montón de viejas torpes
que proyecten su amargura en el café de la tarde.
Si logramos ver
la última flor con vida
y perdamos por completo la cordura
o al contrario abracemos
el cenit de la dicha
convulsas, contemplando un último sol tibio
un último gramo de aire limpio
una última sonrisa en algún niño.

Por ahora, aquí estamos.
En el fondo del espanto
donde el cultivo de lo insólito
es el pan de cada día.
Donde, en su desorden, las luces
de la ciudad parecen
inválidas estrellas que no supieron volar.
Donde la sangre y las metrallas
son piezas de decorado público.
Donde el que calla, por miedo,
se encierra en un limbo de su propia construcción
y aquel que no lo hace
engruesa la lista de mártires en el periódico.

Por ahora, así estamos.
Viviendo con una abrumadora normalidad anormal
la crudeza de muerte
en este país triste
en esta ruta invisible

en lo hondo,
Honduras.


Memoria

Los matorrales aun
guardan olor a ceniza.

Se siente el agua gotear
desde un cielo estampado:
no sabemos si es sangre, lluvia ácida o gritos
amarrados al semen de tarántulas verdes.

Hordas que se confunden
con toda la basura.
Ráfagas que ya no duelen
o duelen demasiado:
nos ensartan con furia esta escena perpetua
de guadañas rampantes.

...lentamente clavamos nuestros ojos al fango,
al abismo del suelo:
Arte del avestruz.

Sus golpes solo sacuden el fuego que nos calcina
golpes que arrinconaron la luz bajo sus corazas,
golpes, con el poder de la muerte legislando
golpes que despertaron del sueño a la Memoria.

Y no dormiremos más
hasta rearmar los pedazos
por cada día con hambre,
por quienes antes soñaron y hoy tiñen los matorrales
el pueblo que un día fuimos...

Los que siempre estarán
en ninguna parte.


Utopía o muerte 

“Lucho 
porque sé 
que algún día 
el más grande crimen 
será pisar una flor.”  
Julio San Francisco 

Conozco la forma de tu silueta desde la sombra misma,
desde el volcán y el nido,
desde el bosque recóndito en tu propia mente;
te conozco
y hoy puedo jurar, compañera,
que esta trinchera que fundamos
no bajará su guardia frente a los truenos;
ni caerá ante la barbarie
este amor no profesado.

Quizás te vea o no te vea nunca,
quizás te mueras o muera en la lucha
pero la flor seguirá brillando
abierta a un nuevo norte
y las palomas volverán al parque
como vuelven a los prados
y al monte verde y escarpado.


que tras las paredes cercadas
y las líneas fronterizas
se halla esa libertad, lejana de las sombras.
Sé que amaré de nuevo este azul
que hoy me sabe a destierro
y que brillará un día el sol
como la Patria socialista.

Se predicará en las calles
el evangelio de la liberación,
mientras crezcan en los campos
los niños como granos de maíz.
Se cantarán los himnos,
quedará atrás el dialecto de la melancolía.
Se olvidarán los dioses rindiendo culto al humano,
mujeres y hombres
haremos el amor los jueves y domingos,
religiosamente,
como conejos desnudos en los prados de Palmerola.

Amiga, sé
que no estarás conmigo
que no seré la llovizna que madure tus frutos
que no caminarás de mi mano por ese puente colgante,
ni ese río dará un paisaje
para el canto nuestro.
Sin embargo, prometo
que el triunfo del maíz y el pan se expandirá contigo
que te alzaré como a mi bandera,
tatuado estará tu influjo
en la sangre
de mil poemas heridos
por sagaces dictaduras,
rotos en los charcos de las bocacalles
y en los abrazos húmedos
por las chispeantes estrellas de un cielo sin smog.

Como un ejército hinchado de alegría
caminaremos
sobre espejos que proyecten la luz y la reflejen,
cuando muera la mentira, la traición, el mito,
y renazcan los imprescindibles,
en el instinto que nos unió
bajo tu afán,
mi guerrillera.

Con o sin sol, te pensaremos,
llevará el aire a tu puerta
el gorjeo de mi boca en su llamado,
y sé, compañera,
que de un futuro sueño seremos abono,
que llegará el amor con su eterno reino
horadando sobre el delito y la porfía
y germinará la semilla de la esperanza
en la explosión de un universo virgen
renovado en la tierra
que, para entonces,
nos cubra.

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