sábado, 28 de diciembre de 2013

Nota sobre "Te doy una canción"


Te doy una canción

Por: Marta Valdés
Marzo, 1980

Publicado en la revista Cuba Internacional


Te doy una canción cumple exactamente una década en estos momentos. Fue compuesta –según nos dice su autor— en febrero o marzo de 1970. Es posiblemente, de entre sus canciones, una de las más difundidas y solicitadas en todas partes. Ha sido grabada en el primer LP de Silvio Rodríguez en Cuba y aparece en sus grabaciones internacionales. Aparte de su autor, la primer intérprete que la popularizó fue la cantante Elena Burke. En la actualidad, su título es el del programa de televisión que semanalmente presenta en Cuba el Movimiento de la Nueva Trova.

No es raro que en tan poco tiempo se haya ganado la preferencia del público. Es posible que ninguna otra canción comenzara así: cómo gasto papeles recordándote, y era necesario que existiera, porque ¿quién no ha tenido necesidad de decir alguna vez esas palabras? Comenzamos dejándonos atraer por el tono íntimo de las tres primeras frases y si quisiéramos escucharla fríamente nos sería difícil, pues ella encierra el arte de llevarnos como sin querer a un crescendo emocional que va más allá de su última palabra. Es una canción que se queda viva en el aire después que terminamos de escucharla, porque no fue fabricada para el comercio, sino sentida. Es una canción de amor y a la vez de combate, es la elocuencia del amor interrumpido a veces y a veces impulsado por la necesidad de la acción, y viceversa.

Silvio Rodríguez comenzó a dar a conocer sus canciones a finales de la década del sesenta. Las primeras nacieron de noche, con una vieja guitarra que adquirió cuando ingresó en el servicio militar. Allí, aprendiendo este y aquel acorde de un compañero de batallón, aislándose bajo una mata cualquiera y tal vez apagando el sonido de la madrugada para no ser descubierto, comenzó a soltar sus ideas, desató los impulsos de su extraordinaria mano derecha y encauzó una de las corrientes más vitales de nuestra canción popular, continuando la tradición de Sindo Garay y tantos otros. Silvio establecía así las bases de lo que luego llamaríamos la Nueva Trova. El primer impacto que produjo con La era está pariendo un corazón (1968) fue decisivo. Su libertad expresiva, su originalidad, se manifestaron desde un principio; luego su obra creció, se desarrolló y ha madurado como para augurar perspectivas todavía más prometedoras. Silvio siempre fue Silvio, y cada vez que nos dice: te doy una canción, sabe por qué lo está diciendo.


Cómo gasto papeles recordándote,
cómo me haces hablar en el silencio,
cómo no te me quitas de las ganas
aunque nadie me ve nunca contigo.
Y cómo pasa el tiempo
que, de pronto, son años
sin pasar tú por mí,
detenida.

Te doy una canción si abro una puerta
y de la sombra sales tú.
Te doy una canción de madrugada,
cuando más quiero tu luz.
Te doy una canción cuando apareces
el misterio del amor,
y si no lo apareces no me importa:
yo te doy una canción.

Si miro un poco afuera, me detengo:
la ciudad se derrumba y yo cantando.
La gente que me odia y que me quiere
no me va a perdonar que me distraiga.
Creen que lo digo todo,
que me juego la vida,
porque no te conocen
ni te sienten.

Te doy una canción y hago un discurso
sobre mi derecho a hablar,
te doy una canción con mis dos manos,
con las mismas de matar.
Te doy una canción y digo patria
y sigo hablando para ti.
Te doy una canción como un disparo
como un libro, una palabra,
una guerrilla,
como doy el amor.

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