viernes, 29 de noviembre de 2013

La poesía de Pizarnik y Vallejo




por Alicia Amelia Villarreal Brictson

Suele ser difícil expresar lo que leer poesía hace sentir a la mayoría de la personas, cada verso, cada estrofa propician miles de sensaciones, que juntas se conjugan y se conjuntan abriendo la puerta a sentimientos inexplicables.

La poesía como subgénero de la lírica, constituye en sí, una de las formas más antiguas del arte. Los griegos, dieron nombre a la poesía a partir del término crear, tal vez porque la poesía no implica un relato o una historia que contar, sino que requiere de infinidad de combinaciones estéticas del lenguaje para lograr su objetivo.

La poesía como medio de expresión humana, ha crecido; ha evolucionado junto con el hombre mismo. La estructura poética pasó de ser reglamentada, rígida y elitista a convertirse en libre y accesible, heredando en cada período histórico, ecos de proyección humana que rompieron paradigmas y dieron cabida a nuevos vientos de creación.

La poesía moderna, especialmente la contemporánea, ha adoptado el verso libre y la versificación como algunas de sus formas más queridas, las nuevas temáticas relacionadas no solo con el amor, sino también con el sentir y el quehacer social, con la filosofía y la metafísica, han allanado nuevas vertientes llenas de imágenes surrealistas, y de vida diaria.


Para saber de poesía, no hay como leer poesía; degustarla, masticarla y tragarla, entenderla, conocerla y apreciarla. En este trabajo se pretende, analizar de forma lingüística y semiológica las poesías En esta noche en este mundo de Alejandra Pizarnik y XLVI en Trilce de Cesar Vallejo y de esta manera proponer una lectura coherente y comprensiva de cada uno de estos poemas.

Es de vital importancia para analizar, defragmentar, descomponer para conocer, para comprender, para explicar, Zaid (1987) cree que la lectura poética, es “una lectura que puede empezar por cualquier lugar, por el principio, por el medio y por el fin” (214), sin embargo el análisis solo empieza cuando se tiene la poesía delante, cuando se ha iniciado su lectura desde todas las formas posibles.

Frente a las poesías de Pizarnik y de Vallejo, la primera opción, es Vallejo y la numérica denominación de su poema, XVIL en Trilce. XVIL, el nombre se asemeja a los poemas de Neruda, 12, 15, 20… y es imposible dejar de pensar que el nombre no es tan importante para el autor.

Saber quien es Vallejo es preponderante, conocer sus derroteros, su carta de vida, sus sueños y angustias. Alegría (1994) quien conoció a Vallejo desde su infancia, se refiere a él como un hombre del que fluía la tristeza “nunca he visto un hombre que pareciera más triste. Su dolor era a la vez una secreta y ostensible condición, que terminó por contagiárseme.

Cierta extraña e inexplicable pena me sobrecogió”, comentaba que en Vallejo se observaban largos silencios y angustia permanente y callada, tal vez porque Vallejo como dice su biografía, nació en un pueblo andino del Perú donde reinaban las inclemencias de la naturaleza y las sociales, tal vez porque sus primeras experiencias educativas en el sacerdocio, bajo la moral cristiana de sus dos abuelos a la que más tarde renunció, le proporcionaron una visión de la severidad y la intolerancia o bien, su experiencia compartida con un círculo elitista entre el marxismo y su crisis económica, que lo alejaban de la gente y lo mantenían ajeno a sus propias emociones, quien sabe porqué, pero quienes lo conocieron a lo largo de su vida lo describen siempre así.

“Vallejo nace cuando cierta forma de poesía está en proceso de decadencia […] su poesía, tiene sus últimas manifestaciones en el simbolismo en Francia, y en el modernismo, en el mundo hispánico. Si bien el poeta no va a inscribirse a ninguna escuela o corriente literaria de su época, no permanece ajeno a ellas” (Alegría, 1944) afirma Alegría, pero no fue so la influencia de los cambios en el arte en general: ultraísmo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, creacionismo, sino también su contacto con los escritores de Trujillo y su mentor Antenor Orrego, lo que cambio para siempre su forma de percibir el mundo que lo rodeaba.

Sentimientos encontrados de dolor, soledad, y extrañamiento, sufrimiento por la gente que le rodeaba y por quien sentía amor y odio, repudio y compasión. Estrada (2005) comenta que otra faceta del autor es sin duda “la influencia chaplinesca, ese personaje que inútilmente busca el amor en mujeres que no le corresponden y que, a la vez, hace reír y llorar. Su amor explorado y proyectado en Trilce como se analizará a continuación.

El poema XLVI en Trilce Vallejo, quien es el sujeto lírico, le habla a una mujer que está ausente pero con la que compartió el momento que recrea a través del poema, si se contextualiza la temática con la vida del autor entenderemos el comentario de Ernesto More, íntimo amigo del poeta en París, quien comentaba sobre profundo amor de Vallejo por su “francesista venida a menos”, su melancolía cuando no la tenía cerca y su abandono cuando estaba junto a él.

El poema esta formado por una variedad de endesílabos combinados de diferentes formas, aunque está escrito en verso libre el poeta utiliza la rima asonante para brindarle cierto acento en las vocales que repite al final de cada verso, plagado de sinalefas, de sinéresis e Hiatos consigue cierta musicalidad que no recuerda para nada a los versos modernistas pero que le imparte cierta singularidad a su composición.

El ritmo se aprecia en las repeticiones constantes distribuidas en el poema de la misma forma que la medida con que se marcan los versos. El poema tiene la apariencia de un soneto. Algunas figuras literarias que se observan son: La prosopopeya que utiliza en el poema de muchas maneras diferentes, dando vida a objetos inanimados a través de sentimientos y actitudes humanas, La tarde cocinera se detiene ante la mesa […] La tarde cocinera te suplica y te llora, En su delantal que nos empieza a querer, Y muerta de hambre tu memoria viene… La exclamación: ¡Ah! que nos vamos a servir ya nada…Aliteración Más, como siempre, tu humildad se aviene, a que le brinden la bondad más triste. Supresión: en el regionalismo delatal por delantal, Anáfora, Valor para servirse de estas aves. Ah! qué nos vamos a servir ya nada.

En las diferentes estrofas del poema se emplean verbos en presente pretérito imperfecto y en primera persona del singular, personificándose (Vallejo) en cada uno de los objetos para manifestar su dolor por la ausencia y su desanimo pidiéndole que vuelva La tarde cocinera se detiene (ella, la tarde) La tarde cocinera te llora en su delatal .

En la última estrofa se dirige al ser amado en presente en la primera persona del singular Yo hago esfuerzos también por que no hay valor para servirse…En el poema a través de la petición encarecida el autor se expresa y se objetiviza a través del lenguaje, como menciona Bajtin, “el autor hace suya la palabra cuando le imprime su intención y expresividad que ha encontrado en otros contextos y situaciones”, se proyecta a través del lenguaje que a la vez se convierte en una herramienta para exteriorizar su deseo.

Ricoeur proporciona la idea de la semántica profunda, a través de la cual el lector al leer el poema se convierte en lector interpretativo y descubre dimensiones del mundo que el autor plantea a la vez que dimensiones posibles ajenas a este. Vallejo comprendió en París según afirma Flamand ( en Henderson 2006) que la poesía puede decirlo todo.

Comprendió que el sentido, la buena actitud semántica, no son absoluta, categorizó la poesía de Vallejo como Poesía “estallidos, cortes, fracturas inesperadas que rompen el ritmo […] Vigorosa furia que llegaba a despreocuparse de saber si se "comunicaba" o no con el lector o hasta desinteresarse de si el verso, la estrofa, el poema todo tenía un "sentido".

En una situación similar podemos visualizar el poema de Alejandra Pizanik, al igual que Vallejo Pizanik nació en una población de la Gran Buenos Aires, hija de un matrimonio judío padeció desde muy joven la incertidumbre de la vida, tomo diferentes caminos, carreras y profesiones y no concluyó ninguna, su inestabilidad y continuo ensimismamiento, animó a sus padres a conseguirle ayuda psicológica ,que la obligó a percibirse diferente y le publican su primer libro, más tarde aceptó su homosexualidad.

Pizanik debatió toda su vida contra de la angustia, de sus miedos, y su tristeza primitiva, Pleitez asegura “se llama a sí misma la abandonada, la huérfana, la inadaptada”, su disyuntiva, aceptar o rechazar todo lo que la rodeaba, para esta autora el mundo era un lugar horripilante, donde la inocencia se pierde muy pronto.

Pizanik conocía la vida de otras autoras reconocidas y sabía de su soledad y de sus sacrificios por el arte, entre otras admiraba a Gabriela Mistral, a Alfonsina Storni y a las hermanas Brontë, famosas ya en su época. Su continuo deseo por ser amada la sometía a la disyuntiva de decidir entre dedicar su tiempo a escribir o a buscar el amor.

La obra de Pizanik tuvo siempre un aire fatalista, denotando su confusión y recordando constantemente uno de los temas principales de su obra: la muerte, la comunicación a través de la poesía constituyó para la autora su tabla de salvación, aquello que la mantenía cuerda, y aferrada a la realidad.

La importancia de Pizanik se relaciona como afirma Vazquez, “rompe con esa raigambre en la que la poesía femenina era mero sentimentalismo, ternura y suavidad poética. Su voz se libera y dice lo que a otras voces femeninas anteriores les estaba vedado, como la crueldad y la violencia”, rompiendo al igual que Vallejo paradigmas de la poesía de la época. Recurrentes son los temas en la poesía de esta autora, la infancia, el lenguaje, el silencio, o la naturaleza sombría, todos íntimamente relacionados con su vida y su contexto.

Roca afirma que la poesía de Pizanik es “en sus más altos momentos, logra una seducción desde el espanto, lo que conllevaría también a una lectura cargada de amor-odio, de encanto-desencanto, de magnífica tensión.

En el poema En esta noche en este mundo de Alejandra Pizanik, es ella quien se presenta como el sujeto lírico a través del poema, Pizanik le habla a la cordura, a la razón, ella manifiesta su frustración porque no puede decir o explicar todo lo que tiene en la cabeza –la lengua natal castra- las ideas en su cabeza superan lo que puede expresar con palabras.

La lengua natal castra, aunque es el órgano del conocimiento resulta insuficiente, no se siente capaz de lograr lo que anhela. A través del poema se queja de que la gente no ve en ella lo que lleva dentro, y ella siente que no puede proyectarlo a través lo que escribe- lo que pasa con el espíritu es que no se ve- Pizanik reite una y otra vez que no puede sincerarse ni con ella misma, y a través de esta confusión es que escribe para mantenerse alerta, cuerda, pero una y otra vez se da cuenta de que sus palabras son incoherentes, que no dicen lo que ella quiere decir. Pizanik vivió así siempre, al borde de la locura hasta su suicidio.

Las palabras remiten según Bajtín al concepto de que estas por sí mismas, carecen de emotividad, “por consiguiente escogemos palabras según su especificación genérica […] dentro del género, la palabra adquiere cierta expresividad típica, […] de ahí se origina la posibilidad de los matices expresivos típicos que cubren las palabras. (Bajtín, 1982:267), esto queda claro en Pizanik, quien escoge palabras fuertes, la lengua castra, el órgano de la re-creación…logrando usar a buen fin el oximoron, las palabras del sueño de la infancia de la muerte.

Aunque está escrito en verso libre y sin una rima determinada, el acento contribuye a la musicalidad interna del verso donde el ritmo ( de 1 a 20) se aprecia sobre todo en las repeticiones. Algunas figuras literarias que se observan son: Anáfora: La lengua natal castra, la lengua es un órgano de conocimiento…El resto es silencio, solo que el silencio no existe….Escribo como quien con un cuchillo alzado en la oscuridad, escribo como estoy diciendo; lo que pasa con el alma es que no se ve, lo que pasa con la mente es que no se ve, lo que pasa con el espíritu es que no se ve, utiliza la ánafora con un afán reiterativo, en la que deja muy clara su invisibilidad, su desaparición.

Deprecación: oh ayúdame a escribir el poema más prescindible… Aliteración: Sabiendo que no se trata de eso siempre no se trata de eso. Paradoja: No puedo más de no poder más…

En las diferentes estrofas del poema se emplean verbos en presente y en primera persona del singular, personificándose (Pizanik) en cada una de los quejas e imprecaciones para manifestar su miedo a enloquecer, a comprometerse. En la última estrofa se dirige a Dios, pidiéndole ayuda para terminar lo que ha empezado.

Resulta difícil después de esta intrincada lectura, hacer una recomendación de cómo es que hay que hacer una lectura coherente y comprensiva de la poesía o en particular de estos poemas. La poesía contemporánea, manifiesta de tal manera el yo interno del poeta, que como escribe Henderson (2006) poetas como Vallejo dejan de preocuparse por el sentido que pueda tener para otros su poesía.

La poesía es una suerte de desahogo, de fresco remanso en que se descansa mientras se tira toda la basura que se lleva dentro, no existe una mejor manera para leer poesía que leer poesía, que analizar poesía, que escribir poesía. Pizanik en su inmensa locura que la arrastró al suicidio lo sabía y se aferraba a la posibilidad de escribir, y de tratar de expresar la turbulencia en su alma a través de la palabra.

Vallejo y Pizanik tienen cosas en común, la época, la soledad, la frustración, el pesimismo, pero también tienen en común que son poetas, poetas importantes de su época, que rompieron paradigmas y cambiaron la poesía para siempre

martes, 5 de noviembre de 2013

Continuación del análisis discursivo de Ramón Hernández



Héctor M. Leyva (*)


El lingüista Ramón Hernández ha compartido un análisis de la frase “yo voy a hacer lo que tenga que hacer” del candidato presidencial Juan Orlando Hernández para hacer ver el autoritarismo personalista y las amenazas veladas contra el proceso electoral que puede haber en dicha frase. A ese análisis es posible añadir elementos que refuerzan y amplían algunas de las observaciones.

En primer lugar me parece que la frase correcta incluye una preposición antes del primer verbo: en lugar de “yo voy hacer” debería ser “yo voy a hacer” que es la forma que adopta esta perífrasis de futuro en el habla de los hondureños que evitan la forma más económica de decir simplemente “haré”. Esta preposición no puede reconocerse en la pronunciación del candidato –como puede corroborarse escuchando alguno de los spots publicitarios (1)–, lo cual puede responder a la asimilación de esa preposición con la vocal del verbo (“voy- a ha-cer”). Todo sea dicho por apego estricto a la frase sin que esto quiera excusar tampoco al candidato que estaría faltando a la gramática culta y a los usos populares como es el caso de esta perífrasis. 

En segundo lugar, es importante notar que en la frase hay una serie de selecciones (de pronombre, de verbos, y de estructura sintáctica) que dicen mucho por el solo hecho de no haberse elegido otras de las opciones posibles. Así el uso del pronombre personal en primera persona (yo) indica que se desconsideró el plural (nosotros) como suele ser frecuente en los discursos políticos en los que los candidatos asumen que representan a una colectividad. Al escoger “yo” el candidato personaliza el poder en sí mismo y con ello construye lo que podría llamarse un voluntarismo mesiánico. No es el partido sino él (un individuo con cualidades excepcionales), el que ha llegado para salvar a la nación. Afirmación a todas luces falaz como nos demuestran las ciencias sociales en el sentido de que los problemas actuales de las sociedades son tan complejos y extensos que se requiere de amplias movilizaciones y consensos para resolverlos. La figura de un individuo que pueda salvar a una nación es simplemente una mentira.

La elección del verbo “tener” es muy significativa desde el punto de vista ético y jurídico porque en su lugar el candidato pudo escoger “deber”. El candidato pudo decir “yo voy a hacer lo que deba hacer” pero entonces la frase habría perdido su fuerza voluntarista porque habría supuesto que el individuo se limitaría a llevar a la práctica lo que fuera una obligación de todo ciudadano o que tomaría las medidas que los problemas estarían demandando, con lo cual el yo (la voluntad soberana del individuo) se habría visto disminuida. Obsérvese que hacer lo que uno debe, supone someterse a la norma, a la moral, a la costumbre y replegar la propia voluntad y los propios deseos. Cuando el candidato dice que hará lo que tenga que hacer, implícitamente nos está diciendo que no hará aquello a lo que está obligado sino aquello que su soberana voluntad le demande: no lo que la sociedad pudiera requerir sino lo que él necesite. No es extraño que el candidato sea calificado popularmente de “niño malcriado” aludiendo a ese carácter caprichoso de los niños que siempre quieren que se haga lo que ellos quieren.

Cierto que la frase también podría interpretarse con el sentido de que el candidato se está comprometiendo a hacer lo que se esperaría que hiciera (por ejemplo reprimir la delincuencia): “haré lo que ustedes esperan que yo haga”, pero si ese fuera el caso las implicaciones podrían ser incluso más graves porque igual se estarían desconociendo las obligaciones éticas y legales. Hacer lo que se tiene que hacer no es lo mismo que hacer lo que se debe hacer. Mucha gente (muchos electores) podrían estar demandando actuaciones reprobables o ilícitas con tal de encontrar satisfacción a sus demandas (no solo reprimir la delincuencia sino ganar las elecciones a toda costa, por ejemplo), con lo cual la afirmación estaría dándole un valor positivo a la violación de la moral y las leyes.

Finalmente, puede considerarse la construcción sintáctica que se distingue por una circularidad tautológica que envuelve la afirmación en una completa ambigüedad. ¿Qué es lo que nos dice el candidato que va a hacer? Nos dice que va a hacer lo que tiene que hacer pero entonces no nos ha dicho lo que va a hacer. El primer hacer remite al segundo hacer. Aparentemente no dice nada (lo que se asocia con la vacuidad característica de los discursos políticos demagógicos) pero como se sabe, cuando nada decimos también estamos diciendo todo. Quizás fuera este el ángulo más peligroso de la frase porque estaría implicando que el candidato está dispuesto a hacer todo lo que haga falta, todas las acciones posibles, cualquiera de ellas con tal de prevalecer. La frase sería la invocación y la afirmación de un poder absoluto que violenta por completo el orden jurídico y las costumbres de las sociedades democráticas y del Estado de derecho. 

Como puede apreciarse el candidato con esta frase está invocando una forma de ejercicio del poder tiránica que parece retrotraer la sociedad a sus peores épocas de dictadura. Lo que más sorprende y llama la atención, sin embargo, puede que no se encuentre en la frase misma ni en las intenciones del candidato sino en los aplausos, en el que un sector importante del electorado y de la sociedad, esté dispuesto a apoyar actitudes, talantes y proyectos políticos de esta naturaleza. Es decir, que lo curioso es que el autoritarismo se encuentre en la médula de los huesos de multitudes de personas en la sociedad.


(1) Ver el video “Juan Orlando Policia Militar” en Youtube (http://www.youtube.com/watch?v=Gh-TiaKQaKY)


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(*) Escritor, ensayista e investigador hondureño. Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Literatura en la UNAH.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Análisis discursivo: "Voy hacer lo que tenga que hacer"



Ramón A. Hernández Torres (*)

Esta expresión es el caso típico donde las palabras entran en juego con un significado convencional o limitado y lo llenan plenamente, en primer lugar, por su emisor, su intención e impacto que quiere provocar en los oyentes; en segundo lugar, el contexto tanto histórico como social, específicamente, pre-electoral, en el que adquiere su verdadera dimensión, alcance y carga semántica por su implicación, lo que no se dice pero está detrás de las palabras, se presupone.

Esta frase vista neutralmente, aislada, sin emisor, receptor, ni contexto es, de por sí, desafiante y retante, si expresa esto, el interlocutor está implícito o, es “alguien” a quien se desafía, reta y se alude de manera directa a Libre. Pero quién expresa esa frase también se muestra desafiante y exhibe una imagen de fuerza y poder y, sólo quien tiene la certeza de tenerlos la dice porque no arriesga su imagen al no ser inconsecuente con su acto de habla de incumplir su compromiso después; pero también esto plantea una relación asimétrica entre los interlocutores en la que únicamente aquel que está en una posición de superioridad puede expresarla (el poderoso) y el otro (si no es desafiante) quedar advertido; sin aditamentos como tono y ademanes gestuales la expresión en sí, es amenazante. Pero también –como reacción espontánea- la expresa únicamente quién por el acto o acción probable del otro, siente amenazado su poder e imagen. 
Juan Orlando, entonces, expresa esa frase: “Voy hacer lo que tenga que hacer”, como presidente del Congreso Nacional y por su investidura como tal le da una significación mayor como desafío y amenaza puesto que detenta un poder institucional (además del Congreso, el Ministerio Público, la Corte Suprema y el Tribunal Supremo Electoral) y fuerza represora (Policía Nacional, Policía Militar, Tigres y FFAA) concentrados en su persona, esto lo sabe, está consciente y, por tanto, dice la frase sabiendo lo que quiere que se entienda con toda su intención.

Con esta expresión el candidato nacionalista culmina su calculada tarea de labrarse un perfil de “valiente”, “desafiante”, “retador” y, en fin, una especie de “Juan sin miedo” desde que asumiera la presidencia del Congreso Nacional con miras a candidatearse por su partido. Primero se distanció de los grupos de poder económico, desprestigiados con y por el golpe de Estado y apoyó al presidente Lobo Sosa en todo lo que fuese necesario para lograr cierta gobernabilidad en el país como la conformación del Poder Ejecutivo con todos los partidos, la salida al exilio de Zelaya Rosales y su posterior retorno mediante el Acuerdo de Cartagena; esto ubicó al binomio Lobo-Hernández en una derecha moderada al surgir un sector radical opuesto a todo esto (por eso, Lorens siempre se obsesionó en crear artificialmente una izquierda moderada para que el FNRP apareciera como radical (esto no cuajó porque el método de acceso al poder es lo que mejor define la radicalidad), papel al que muy solícito acudió el FAPER ya que la UD no le sustraía el poder de la calle a la resistencia); una vez resuelta esa tensión a favor de Lobo-Hernández porque la otra posición, nacional como internacionalmente, era torpe e inviable; pasa al segundo momento: desafiar a los grupos de poder y, sobre todo a los dueños de su partido, consciente que entre presionar para negociar y obtener su apoyo, la confrontación, como opción era más rentable a nivel de coste-beneficio político.

Con esa estrategia, Juan Orlando emula a Zelaya Rosales, este es su imagen en el espejo que compulsivamente quiere ver reflejada para tener la misma estatura política de Xiomara Castro de Libre, de allí que a la Resistencia Nacional nos robe –o, por lo menos vaciarla semánticamente- nuestra cojonuda y corajuda consigna gritada ante las bayonetas: “Nos tienen miedo porque no tenemos miedo” pero con ella, él se dirige a liberales, cachurecos, incluso independientes, militantes de Libre, a que regresen porque ya tienen un “valiente”; pero el efecto ha sido nulo porque no es lo mismo hablar por hablar sin arriesgar el pellejo. Ante ello, entonces, solo le queda el recurso desesperado de quien se siente acorralado, la amenaza.
Puesta en contexto, “voy hacer lo que tenga que hacer” es una expresión puramente discursiva, pero en la práctica política de quien la declara, que ya mostró su capacidad inescrupulosa de actuar propio de un dictador: tiene un antecedente en su narrativa discursiva: ya sucedió el evento de la aprobación de la Ley de las Ciudades Modelo –que la Corte declara inconstitucional porque violaba nuestra soberanía nacional –insiste con testarudez y la cambia a Ley de Redes de Desarrollo Social, pero antes se asegura y destituye a los magistrados que se opusieron; y para no hacer larga la lista, aprobó la creación de la Policía Militar, todo esto, con la oposición del pueblo hondureño, incluso la opinión internacional; los oyentes, entonces, conectan esos antecedentes e infieren con ese conocimiento natural del lenguaje que: “La eficacia del discurso performativo que pretende hacer realidad lo que enuncia en el mismo acto de enunciación es proporcional a la autoridad del que enuncia” (Pierre Bourdieu, 2008: 115).

Aunque la frase que analizamos surja y tenga un significado original en el contexto de la creación de la Policía Militar, ilegal y violatoria de las normas internacionales en materia de seguridad, adquiere una mayor carga semántica en el contexto general pre-electoral; es como si saltase de un escenario a otro y esa “expansión contextual” lo logra el emisor con la machacona propaganda de sus spots publicitarios en los que repite su intolerante frase “voy hacer lo que tenga que hacer” que ya sobredimensionada tiene dos implicaciones: pospuesta la a) y antepuesta la b):

a- …si no gano las elecciones
b- Si no votan por mí...

En la implicación a) gano las elecciones implica Libres y transparentes y si eso no es posible: “voy hacer lo que tenga que hacer”; en la implicación b) votan por mí implica la mayoría, si eso no ocurre “voy hacer lo que tenga que hacer” como se constata: en lenguaje popular el hombre gana porque gana, lo que en un proceso electoral normal es tan probable ganar como perder, sin embargo, en este contexto significa ganar o ganar o, más categórico ganar a como dé lugar

Reforzada por los antecedentes de la práctica antidemocrática, autoritaria y dictatorial del candidato gubernamental que ya está en la mente de los oyentes es fácil que infieran esas implicaciones y al mismo tiempo estén procesando su reacción que es incierta dado el conflicto mental que se crea porque en la propaganda política la norma es la persuasión y el convencimiento para la adhesión a una causa y no la amenaza, ya que las primeras se construyen con argumentos y propuestas y la amenaza solo genera incertidumbre, ansiedad y, en fin, violencia. ¿Qué imagen proyecta el candidato oficialista, en una mano ofreciendo el bono 10.000 y en la otra, un garrote?, antes que todo una estrategia de campaña completamente errática. 

Expresiones como esta tiene diferentes significados e impactos dependiendo de los receptores (Libres e independientes), el nivel de conciencia política y de clase; para los simpatizantes con menor compromiso político esto les genera temor y los inmoviliza, para los militantes de la resistencia no los amedrenta, por el contrario, los interpela a actuar, entonces Juan Orlando –siguiendo la concepción conductista de estímulo-respuesta–  presupone: uno, la conciencia de los primeros (simpatizantes) y la generaliza como homogénea a toda la resistencia y, dos, que toda la resistencia reaccionará en la dirección esperada, la desmovilización y la abstención electoral. 

La respuesta contraria a esa expresión nunca se espera ya que su emisor es anti dialéctico aunque la realidad histórica inmediata ya lo haya demostrado: el movimiento de Resistencia, masivo e imperecedero, en contra del golpe de Estado y la movilización gigantesca del 5 de julio del 2009 pese a toda la campaña de terrorismo mediático impuesta por la propia boca-ventrílocua de los altos jerarcas religiosos no menguó, todo lo contrario. Un búmeran es lo esperable ya que la mente del hondureño se resiste a la opresión y actúa bajo otra ética.

Cuando la clase política pierde “la mente y el corazón” de un pueblo la base de sustentación de su hegemonía empieza a desplomarse ya que “…la subversión política presupone una subversión cognitiva, un cambio de visión del mundo” Bourdieu (op. cit.: 124) y un golpe de timón, inteligente, audaz y contundente será suficiente para darle jaque mate al rey.  

                   
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(*) Docente e investigador hondureño. Doctor en Lingüística Teórica por la Universidad Nacional de Heredia, Costa Rica. Miembro de Número de la Academia Hondureña de la Lengua y miembro correspondiente de la Real Academia Española.   

domingo, 3 de noviembre de 2013

"Aparentemente cada cosa tiene su sustituto. Sustitución que se sucede infinitamente. Yo creo que nada se reemplaza... "


Alejandra Pizarnik, Diarios