martes, 15 de octubre de 2013

Selección de poemas de "Blanco" de Rubén Izaguirre



Hace como diez años el azar me condujo a este libro. Realizaba mis cotidianos paseos por el centro de Tegucigalpa, siguiendo siempre la misma ruta: llegar al café, luego sentarme en las gradas de la Catedral a fumar con algún desconocido —o un amigo, si estaba con suerte—, y pasar por la librería. 
Cuando vi este libro me llamó muchísimo la atención por dos cosas: primero, el diseño cuadrado, extraño para quienes acostumbrábamos a concebir un libro bajo su típico tamaño de media carta, junto a la portada abstracta que presentaba. Segundo, al abrir, ver los poemitas, tan chiquitos (también esa época no imaginaba que un poema podía ser tan "cortita"). No tenía en ese tiempo el más mínimo criterio para comprar un libro, así fue como cayeron en mis manos un montón de desechos, y otro montón de maravillas. Este libro, justamente, me maravilló.
Algo no estaba tan mal en mí, Blanco de Rubén Izaguirre es uno de esos libros olvidados, en el buen sentido de la palabra, de lo más claro de aquellos años noventa.  
Rubén tiene un estilo muy singular, una poesía epigramática muy dulce, y en muchos casos, profunda. Les comparto una selección a mi gusto de este clasicazo de la poesía de pos vanguardia en Honduras.



I
Este cielo
no tiene nubes,
sino hombres
acurrucados
que provocan
mal tiempo.


II
La noche se refugió
en los brazos
de Roberto Tinoco.

Los enamorados vienen a pedirle
permiso para hacer el amor.
Él, mientras tanto, les canta.


III
A veces
me siento
un orgasmo
triste.


V
Cuando me asomo
a tus pequeños ojos,
siento una multitud
de corazones
abrazados.


XIII
Para escribir
lo único que hago
es encerrar un lápiz
en mi mano
y pedirle que muera.


XXII
El otro día
dije tu nombre
en medio
de mis piernas.


XXVIII
Recuerdo cuando tu boca se iba sin pronunciar palabra.
También recuerdo tus ojos en blanco,
tu pecho abierto junto al mío
en aquella rutina de sangre envenenada.
Tuvimos la oportunidad
de cruzarnos para siempre,
de quedar impuestos el uno al otro
en el reino indócil de nuestro dios de revista.

Pero te fuiste a morir a otro lado.

Quisiste hielo puro
en vez de un torbellino de cenizas.
Luego, no sé si han pasado nubes,
pero mi corazón aún escupe sangre
que no le pertenece. 
Tal vez vaya a morir por allá cerca,
tal vez encuentre hielo o fantasía barata,
pero tus ojos blancos, tu boca virgen,
tus huesos incómodos,
caramba, eso sí es difícil de olvidar.


1 comentario:

  1. También es uno de mis favoritos y una entrañable versión de esos 90tas inolvidables...

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