miércoles, 1 de octubre de 2014

"Sombra y carne" de Óscar Ordóñez Lastra (2)

"Los pies de Elena"
Contracubierta de Sombra y carne


Segunda parte
(Los materiales de derribo)


2

Estoy sentado a la diestra de Dios.
Y él me habla. Y él me ve.

Me tiro un pedo y él calla.

Siniestramente me cruzo al otro lado
y me tiro otro pedo
—como quien no se da cuenta—
—como quien es inocente—
y él interrumpe su discurso
ya definitivamente.

Comprendo la profundidad del desamparo.
La intensidad del desierto de horizontes
infinitos.

¿Valdrá como imagen del desgarro
del albedrío;
de la búsqueda
de la sombra
del descalabro?



3

Inventario:
Digo luna,
y se desbarranca la altura.
Digo distancia,
y me acechan los negros síntomas de la víspera.
Digo incertidumbre,
y los segundos engendran meses.
Digo silencio,
y me sinfonizan las cigarras de la conciencia.
Digo sombra,
y se me erizan soles en el bolsillo.
Digo carne,
y se me saltan los plomos.
Repito.
Vuelvo a repetir.
Y callo.



7

La rosa de los vientos en la rayuela y mandrágora de tu sexo.

La rosa de los vientos en la rayuela y mandrágora de tu sexo
los muslos al vuelo y tus pétalos palpitantes en sangre,
azabache acuarela en la sombra huraña de la carne,
densos tréboles eléctricos a la caricia y su ritmo
fresa reventada a delirantes abejas
tríptico aurora alga almendra
néctar de las entrañas
derramándose
urgente
miel
en 
mi
boca
          a
                 a
                       a
                             a
                                   a
                                         a
                                              a
                                                    a


10

¿Cómo hacer referencia a la nada?
...
si la palabra nada
en su condición pústula
—desparpajada— de obvia
cimarrona
ya es Algo.
...
un silbido, un desvanecimiento,
una fracción de sombra, del todo
suma de todas las nadas,
de todas las sombras.
...
cólera negra,
escorbuto y kilómetro y alcancía
silueta
pasmo
...
ashusss!



18

1. Colúmpiate
en dulce tortura de empalamiento,
vibrando tensa
sobre el abismo y el vértigo,
rumba 
el rumbo unívoco,
engranada
a mi herramienta desgarrante y segura,
¡sucumbre y revienta!
¡trasiega y silba!
restallante en la elipse de tus nervios,

2. centrifúgate
en profundos fragmentos en el sismo de la especie,
con tus pendones al aire
y tu heráldica frondosa
—frondosísima— y recíproca a los embates,
¡trastórnate!
¡aniquílate!
y reclínate lenta puesta de sol
—con estas imperativas instrucciones—,
esta es tu inteligencia ardiente
—para el gozo de una mujer—

3. estremécete
abierta en pétalos de hélice desquiciada,
¡desármate!
¡derrámate!
con tu más secreta substancia,
con tu más íntima caracola,
con tus profundos rocíos perfumados
de alga bailarina,
tu néctar de origen, ¡emborráchame!
con los códigos de la entraña y sus múltiplos,
con alaridos de sincera bestia,
néctares y alaridos, ¡derrámense!
estallante y muerte extraviada y renaciente
conmigo dentro,

4. y que la serenidad
del pasto peinado por el viento,
—el ondular despeinado de las espigas de avena—
proponga la tregua y el descanso,
con mis manos
sobre tu bosque sudoroso
como un pájaro dormido que se incendiara
durante el sueño.




26

Y si la ves dile que la extraño mucho
pero mucho mucho
y siempre
y si la ves dile que arrastro un fraseo
un frasco
de ecos
de oboes...








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