Ya no.
Aquella vez que debí hacerlo, salí huyendo,
huyendo en pos del olvido, esa traición a sí mismo
que anida en el corazón de los enamorados.
Solo una vez se puede morir de amor.
Morir, sin más, como los héroes:
no importa cuándo, ni cómo, ni dónde.
Simple y sencillamente morir
a manos de quien nos ha jurado amor eterno
y morir sin saber la verdad.
Morir a cambio de nada
o de algún recuerdo, esa falsa pasión,
honra y prez de los que amaron.
Yo no voy a morir de amor.
Yo, el más triste y odioso entre los cobardes.
Rigoberto Paredes
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