miércoles, 2 de noviembre de 2011


"Oh, ¿no era acaso el tiempo la sustancia de todo sufrimiento? ¿No era el tiempo la causa misma de todo temor y de toda tortura? ¿No se suprimiría acaso todo el mal, toda la hostilidad del mundo en cuanto el tiempo fuera superado, en cuanto se aboliera la idea del tiempo?"

 Herman Hesse, Siddhartha

domingo, 30 de octubre de 2011

Etapas del duelo



Propuestas por la Dra. E. Kubler Ross

1) Negación: Permite, como defensa, amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante y perdura hasta que el Yo consigue asimilar gradualmente el golpe. Se expresa a través de un sentimiento arrollador de tristeza, con llantos abruptos y frecuentes. Inicia el proceso de duelo y lo que oficializa la realidad de la muerte es el entierro o funeral, que cumple varias funciones, entre ellas, la de separar al muerto de los vivos.

2) Ira: En esta etapa surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para todos los que rodean al doliente, debido a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Se dan múltiples quejas, todo resulta incómodo, cae mal y es criticable. Se entremezcla además, el dolor y el llanto, la culpa o vergüenza.

3) Negociación: Ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el enojo con la gente y el entorno, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para superar la traumática vivencia.

4) Depresión: Cuando no se puede seguir negando la realidad, la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza.  Surge un dolor denso por la separación, desinterés por el mundo, preocupación por la imagen del muerto, incluso pseudoalucinaciones, los sentimientos más deplorables emergen y suscitan caos y angustia. Se da el trabajo penoso de deshacer los lazos que continúan el vínculo con el ser amado y reconocer la ambivalencia de toda relación; todas las actividades del doliente pierden significado en esta fase. Va disminuyendo con el tiempo, pero pueden repetirse en ocasiones como los aniversarios y puede durar 6 meses o más.

5) Aceptación: Fase final, con una gradual reconexión con la vida diaria y la estabilización de altibajos de la etapa anterior. Los recuerdos del ser desaparecido traen sentimientos cariñosos, mezclados con tristeza, en lugar del dolor agudo y la nostalgia. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien o mal solo o acompañado y, como en un ciclo, las posibilidades de que todo vuelva a la normalidad se avizoran mejor.

viernes, 29 de julio de 2011

Un poema de Óscar Acosta

La espera

La botella inundada de licor.
Los floreros con raíces difuntas.
Las paredes con los mismos cuadros
de reuniones antiguas y derribados árboles.
Los libros llenándose de silencio.
El cesto con mensajes vacíos.
La tinta y los recuerdos en la mesa.

Todo esto y tú no acudes todavía...

Óscar Acosta
(de Poesía menor)

viernes, 15 de julio de 2011

Poemas sueltos de Edilberto Cardona Bulnes


La Catedral

De arcilla. Greda y grave, cal, arena.
Y piedra, piedra, piedra, agua, yeso.
Y de espalda tirante hasta el cerezo,
hasta el tinto clavel, subió la pena.

Ascendió porque sí, dócil, morena,
y al falso del andamio, vino el hueso,
a tributar su novilunio espeso
ya fuera de los días y la almena.

Así llegó el milagro que la dora,
sin confesar quién la llevó al encuentro
del amado, total, que la enamora.

Y el que la alzó, oscuro, de su centro,
si se quiere ignorar, o se le ignora,
allí quedó, crucificado, dentro.


Carta para Mina

Mina querida, 
Mina de los perros y de los pájaros,
de los libros, la música y la virgen:
Como quiero escribirte una prosa ligera...
ligera  sí, como una brisa que va de un lado a otro
sin saber si se posa en los geranios ácidos
o en los azahares amargos,
o en la hierba escondida donde las garzas
abandonan la espuma que se traen de las nubes.
Una prosa delgada y fuerte como la ternura,
que te abrigue sin sofocarte
y te anime sin someterte.
Mina querida
de los perros que gozan de tus ojos enormes
como de dos soles glaucos,
como de dos lagos plácidos
en que desean bañarse y correr
por las playas de palmeras oscuras
y pasar la línea azul del iris
del último horizonte.
Mina querida
de los pájaros que la miran pasar
como una alondra más, nostálgica de los tilos celestes.
Mina querida
de los libros y la música,
de ellos que la sienten como una enfermera
de esperanzas curándoles las heridas,
como la madre que vela por ellos y los arropa
en las madrugadas del helado abandono,
peligroso, inseguro;
de la música que sabe de sus sinalefas de paz,
de sus ligaduras de justicia
del punto y coma de su perdón.
Mina querida
de la virgen que la toma,
casi por asumirla,
como una de las últimas florcillas
ocultas de la tierra dolorosa
entre las altas montañas de la duda y del odio
y negros torrentes de la sangre y las lágrimas.
Mina,
yo descanso también a la orilla del agua
como uno de esos hermanitos chiquitos
que te quieren,
y te doy esto ya,
que no sé qué es,
si prosa o no, es tuyo,
sino, no te lo entrego nunca.


Final del éxodo
            
Mi padre dejó de estar aquí un treinta y uno de marzo.
Se fue en la madrugada y se internó en la tarde.
A las últimas paletadas de tarde quedó un bulto
de nubes que lo tragó la noche.

Le vestí yo. Y mi hermano. Juntos lo pusimos en la caja. Mi madre,
buscó con Cristo una medalla, en cruz, para el pecho, y un velo
para el rostro, en su baúl, y una sábana blanca
que trajo un hondo olor secreto a sacro bosque.

Prendí la cruz en su camisa mía y le enlacé las manos como
lo hacía, dedo a dedo, sin pesares. No hubo menester de cerrarle
los ojos. Ni la boca. La cabeza la dejó, de lado, y el corazón,
oblato… así como si rozara una orilla blanquísima.

Yo no quería abrir la casa. Salí, dejándola cerrada
a telefonear a mis hermanas. Volví con Ángel. Mandé abrir la fosa.
Hice el altar. Ángel se fue a terminar unos encargos, y, por primera vez,
los tres: mi madre, él, yo, a puertas cerradas, cada quien quedó solo.

Yo hubiera deseado no tener que abrir. Me refugié
en mi corazón, en lo remoto blanco. Y no sé.
Pero tuve que abrir bajo o sobre mi corazón,
ante dios, desde él. Mi madre y yo rezamos solos.

A las tres doblaron. Mamá se sobó la frente, y dijo: “Vaya, pues,
que le vaya bien. Que dios lo bendiga”. Yo le palpé las manos. A las
cuatro fue la Misa. Y el coro del colegio lo subió a una iglesia de música.
Y sin ver aquí seguía yo oyendo en la luz ante el obispo acá a San Mateo.

Llegamos al cementerio. Vi descender la caja, caer la tierra a lo profundo.
Alfredo, un estudiante, como Tobit, agarró la pala, Moncho, y otros hombres,
y las manos sudando fueron como verano victorioso.
Niños aparecieron sembrando flores sobre la tumba alta.

El diez de abril quemé sus últimas cositas: —había ya quemado
su frazadita verde— su camita de ocote, su colchoncito,
su sabanita, su almohada, sus zapatos viejos, sus tres camisas,
su pantalón café, su pailita amarilla, su tacita acua, y su jarrito rojo.

Dos hermanos y yo le dimos fuego. Mi hermana se entró con Juana.
Bertha y yo nos quedamos viendo los últimos carbones.
Y lloramos. No había viento.
Las cenizas quedaron en el patio.

El lunes once di parte de su muerte. —"¿Nombre?”—Rafael.
1890. de Gregoria Cardona y de Lorenzo Andrada.
“¿Profesión?” —Zapatero. —“¿Escolaridad?” —Secundaria.
—"¿Deja bienes?”—… (El me enseñó a servir, a leer, a pensar…

Me dijo ya para morir: “Ya me voy. Me voy al cementerio.
Dios es el creador de todo el universo y de todos los hombres.
He tenido la fortuna de tenerte, que Dios te proteja”. Y viendo a José,
refiriéndose a mí, agregó: “Es tu hermano. Es tu hermano”.

Le pregunté que cómo se sentía, y respondió que bien.
Sólo dos veces lo vi en vida abandonar la cabeza.
Eran las vísperas. Ah, cómo deseaba volver a oírlo conversar,
referir leyendas, historias de caminos, una historia.

Jamás habló mal de nadie y jamás habló mal.
Unos meses antes que le leía no sé a quién y a Char, le dije
por ver si estaba atento “¿Te gustan?” —“Sí, mucho,
los dos son buenos”…No sé si era a Rimbaud.

—“¿Deja bienes?”
… pero Char es tan denso.”)
—Ninguno. (Eso. Esto. Este poema es suyo. Pero esto no es nada.) Nada.


Despedida

Dejar la paz construida con las penas,
lo poquito de un sueño medio hecho, 
el velo roto púrpura, y el techo
caído del laurel con azucenas.

Supo todo del vértigo, y apenas
una lágrima basta para el pecho,
y en el rico albañal que baja estrecho
lo que fuera mi amor se va en arenas.

Que esta casa se vino y era mía
se negaron de un golpe las ventanas
anulando los pájaros del día.

Me voy. No hay más. Mis manos van abiertas.
Aquí siempre mi amor en cosas vanas.
Detrás lloran los arcos de mis puertas...



* * *



Foto desconocida del poeta Edilberto Cardona Bulnes.
Cortesía de Juan Carlos Zelaya

martes, 28 de junio de 2011

"Las lesbianas somos como la luna..."

Este es un texto viejísimo —redactado por alguna española solitaria, como va a notarse, y que ha pasado a formar parte de la mitología gay internacional—. Llegó a mí hace muchos años y por supuesto me cagó de la risa. Lo comparto en el marco del Día Internacional del Orgullo LGTB; es increíble, pero sin importar barreras continentales, ¡en la mayoría de los casos es nuestra historia eterna! (bueno, yo hasta tuve la camisa de "Arriba el rollo bollo").



Ilustración: Núria Frago


Las lesbianas somos como la luna...


... es decir, que tenemos fases. Tras largos años de duro trabajo, observación meticulosa de la realidad y miles de encuestas telefónicas, hemos extraído las siguientes conclusiones:

Nivel 1 o "la cruda realidad": un día te levantas y te das cuenta de que eres lesbiana. Puedes haber tenido un sueño erótico-festivo que te haya encantado. Puede ser simplemente una revelación mística. O puede que estés hasta los huevos de "autoengañarte". El caso es que, por primera vez, te dices a ti misma: "soy lesbiana". Enhorabuena, bienvenida al caos. Grado de sufrimiento: 7

Nivel 2 o "qué bonito es el amor": es cuando te das cuenta de que estás enamorada de tu amiga heterosexual. No se lo puedes contar, pero no te importa: tú la quieres y te conformas con los momentos que pasáis juntas hablando de tonterías. El hecho de que tú quieras meterle la lengua hasta la campanilla no tiene que ser un inconveniente. Eres una lesbiana ingenua y feliz. Grado de sufrimiento: 3

Nivel 3 o "el corazón partío": tu amiga heterosexual ya no habla de tonterías contigo... solo habla de Juan. Ahora es Juan el que la lleva al cine (para tocarle las tetas), ahora es con Juan con quien da largos paseos por la playa (para tocarle las tetas), ahora es Juan el que la emborracha (para tocarle las tetas). Odias a Juan y le deseas la muerte. Grado de sufrimiento: 9

Nivel 4 o "afirmación de identidad": no puedes con la vida y decides contárselo a las más íntimas. Poco a poco te das cuenta de que no es el fin del mundo y se lo cuentas a tus hermanos, a tus primos, a tus padres... Llega un momento en el que se lo cuentas a todo el que quiera oírlo (momento cansino, la gente está harta de escucharte). Vas por primera vez a la manifestación del orgullo gay con una camiseta con el lema "arriba el rollo bollo". Menos ingenua y no tan feliz, pero se puede llevar. Juan ha dejado a tu ex-amiga, que va corriendo a llorar en tu hombro. La mandas a freír espárragos. Grado de sufrimiento: 2

Nivel 5 o "no estoy sola en el mundo": necesitas conocer a otras que vengan de tu planeta. Te haces adicta a Internet y al chat de las lesbianas. Conoces a muchas chicas y te das cuenta de que están todas fatal de la cabeza. Tienes tu primer rollete con una desconocida y te parten el corazón 3 veces por semana. Te das a la bebida y a la mala vida. Grado de sufrimiento: 5

Nivel 6 o "putón verbenero": estás harta de ser la virgen de Chueca y de llevar más de un año sin echar un caliqueño. Te lías con cualquiera que se preste (desgraciadamente, las voluntarias son pocas). Aprendes zonas erógenas que no sabías ni que existían. Sigues borracha de viernes a domingo. No te engañes, te lo pasas bien pero no eres feliz. Grado de sufrimiento: 4

Nivel 7 o "ya llegará": te cansas del sexo con desconocidas. Necesitas amor y estabilidad en tu vida. Empiezas a mantenerte sobria y vuelves a tus costumbres de la fase 2, cuando eras ingenua y feliz. Inocencia te queda poca, vergüenza menos, pero ya estás adaptada. Tus amigas se alegran el primer lunes que llegas a clase o al trabajo sin un chupetón en el cuello. Tu vida es relativamente normal. Grado de sufrimiento: 1

Nivel 8 o "tenía que pasar": de repente, la encuentras. Te enamoras perdidamente. Ella se enamora de ti (al principio no te lo crees, pero es así). Vivís felices para siempre. Grado de sufrimiento: 0


Notas sobre el estudio: 

A) Se ha observado que, en muchos casos, los niveles 1, 2 y 3 pueden producirse simultáneamente, siguiendo la siguiente regla lógica: Juan aparece en la vida de tu amiga —te sienta fatal— te das cuenta de que estás enamorada de ella —¡¡joder, eres lesbiana!!

B) El nivel 8 EN NINGÚN CASO está garantizado. De hecho, hay pocas pruebas de su existencia. Esto se debe a que, para alcanzar dicho nivel, dos sujetos del nivel 7 tienen que coincidir en el mismo espacio-tiempo, reconocerse como tales y atraerse mutuamente, lo cual es bastante complicado.

C) Aún si se alcanza el nivel 8, no se garantiza que éste sea duradero. Se ha comprobado que suele acabarse cuando una de las dos sujetos vuelve a casa y se encuentra al "amor de su vida" en la cama con otra (normalmente, una sujeto de nivel 6 que sale por patas de la escena del crimen). Llegados a este punto, ambas vuelven al nivel 6.

D) Se recomienda prudencia en el nivel 4 si no quieres que tus amigas salgan corriendo cada vez que te ven llegar.

E) Si eres una alcohólica y un pendón desorejado... ¡¡échale la culpa al nivel 6!!

F) No existe una relación proporcional entre los niveles y la edad de las sujetos. Todo depende del momento en el que llegues al nivel 1. Por otro lado, a partir de cierta edad se recomienda saltarse el nivel 6 si no quieres acabar en Alcalá - Meco por corrupción de menores (que hay mucha lagarta suelta).

G) Es común la negación de la existencia del nivel 5, véase, la adicción internáutica. Está demostrado que el nivel 5 existe porque si no... ¿qué haces leyendo un blog de lesbianas?"