domingo, 30 de octubre de 2011

Etapas del duelo



Propuestas por la Dra. E. Kubler Ross

1) Negación: Permite, como defensa, amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante y perdura hasta que el Yo consigue asimilar gradualmente el golpe. Se expresa a través de un sentimiento arrollador de tristeza, con llantos abruptos y frecuentes. Inicia el proceso de duelo y lo que oficializa la realidad de la muerte es el entierro o funeral, que cumple varias funciones, entre ellas, la de separar al muerto de los vivos.

2) Ira: En esta etapa surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar para todos los que rodean al doliente, debido a que la ira se desplaza en todas direcciones, aún injustamente. Se dan múltiples quejas, todo resulta incómodo, cae mal y es criticable. Se entremezcla además, el dolor y el llanto, la culpa o vergüenza.

3) Negociación: Ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el enojo con la gente y el entorno, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo para superar la traumática vivencia.

4) Depresión: Cuando no se puede seguir negando la realidad, la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza.  Surge un dolor denso por la separación, desinterés por el mundo, preocupación por la imagen del muerto, incluso pseudoalucinaciones, los sentimientos más deplorables emergen y suscitan caos y angustia. Se da el trabajo penoso de deshacer los lazos que continúan el vínculo con el ser amado y reconocer la ambivalencia de toda relación; todas las actividades del doliente pierden significado en esta fase. Va disminuyendo con el tiempo, pero pueden repetirse en ocasiones como los aniversarios y puede durar 6 meses o más.

5) Aceptación: Fase final, con una gradual reconexión con la vida diaria y la estabilización de altibajos de la etapa anterior. Los recuerdos del ser desaparecido traen sentimientos cariñosos, mezclados con tristeza, en lugar del dolor agudo y la nostalgia. No hay que confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos. Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien o mal solo o acompañado y, como en un ciclo, las posibilidades de que todo vuelva a la normalidad se avizoran mejor.